A los 18 años, Fátima Álvarez ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, donde se recibió de médica para orgullo de sus padres Pedro y Elba y de la Fundación Grano de Mostaza, que apostó por ella.
Pedro había sido ferroviario hasta que el tren dejó de llegar y empezó a vender las delicias regionales que preparaba su esposa: pan, dulces, pasta flora, maicenitas y empanadillas.
"Se vendía bastante y por eso pudimos ir a la escuela. Vivíamos con lo justo, sin lujos. A veces había más y a veces, menos. Un año que no teníamos nada, para Reyes sólo pusimos en la mesa un huevo y mayonesa. Mientras otros niños jugaban con sus regalos", contó Fátima a Infoae.
Con mucho esfuerzo, sus papás pudieron construir la casa propia, frente a la escuela primaria del pueblo de 20.000 habitantes, en el Valle de Lerma, a una hora y media de Salta capital. Melliza de Rosario -hoy licenciada en Enfermería en Salta-, Fátima se crió con dos hermanas mayores (Lorena y Vanesa) y dos menores (Noelia y Teresita). Los veranos los pasaban en la montaña, en casa de sus abuelos (foto).
Cuando su amiga Nadia –aplicada, como ella– le dijo "¿Qué te parece si nos vamos a Buenos Aires a estudiar medicina?", Fátima se quedó pensado… Ningún familiar o conocido había hecho un carrera universitaria, ni se había ido a la gran ciudad. Lo pensó como algo imposible, pero se lo comentó a sus padres y ellos "nunca me dijeron que no, a pesar de que no había dinero". Entonces, la tía de su amiga las inscribió en una residencia de monjas en Ramos Mejía –le daban casa y comida–, los papás de Fátima le pagaron el pasaje, le dieron algo de dinero y así llegó a Retiro por primera vez en marzo de 2010.
Hizo el CBC en Ciudad Universitaria promocionando todas las materias. Lo único que hacía era cursar y estudiar. Para sorpresa de sus docentes, venía con muy buenas base del secundario en Rosario de Lerma, sobre todo en Química. Y lo que no sabía, se lo explicaron.
Después de un año de mucho esfuerzo, cuando Fátima tenía que empezar la carrera, su mamá decidió pedir ayuda económica. Entonces la Fundación Grano de Mostaza, que tiene una sede en Rosario de Lerma, citó a Fati para confirmar sus intenciones de formarse, ver su libreta de estudios y terminar patrocinando su estadía en Buenos Aires.
"Ese año con Nadia nos mudamos a lo de una amiga de su tía en Congreso. Ahí empecé a sentir la presión de la carrera. Si te atrasabas un día de estudio, no llegabas. Después vino mi hermana Noelia y alquilamos juntas en Once. Y en segundo año supe lo que era un bochazo. Fue en fisiología. Hasta ese momento, nunca había ido a final. Todo lo promocionaba. Ahí aprendí a estudiar mejor y a rendir oral", recuerda.
Durante tercer y cuarto año Fátima vivió en la casa de un primo en Ezpeleta.
Hoy, a los 27 años, cursa su segundo año de residencia en el Hospital de Clínicas. Sueña con regresar a su provincia para curar a la gente de su pueblo.
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