Portada  |  13 diciembre 2021

Hace un siglo Amundsen llegaba al Polo Sur, una hazaña con apoyo argentino

Una expedición encabezada por el explorador noruego Roald Amundsen se convirtió el 14 de diciembre de 1911 en la primera presencia del hombre en el Polo Sur, hazaña que pudo ser completada con el apoyo prestado por empresarios pesqueros argentino-noruegos.

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En un principio, la idea de Amundsen era llegar al Ártico y conquistar el Polo Norte, para ello utilizó un navío preparado para navegar entre el hielo; obtuvo la licencia para tripular y comandar el “Fram”, el navío de exploración polar de Fridtjof Nansen, y consiguió recoger una gran cantidad de dinero para financiar su proyecto.

En 1909, sus rivales estadounidenses, Frederick Cook y Robert Peary, anunciaron cada uno de ellos por separado, que habían llegado al Polo Norte, y aunque luego de comprobó que no lo habían logrado, Amundsen decidió cambiar de planes y alcanzar el Polo Sur.

El historiador del Instituto Antártico Argentino (IAA), Pablo Fontana, afirmó en diálogo con Télam que “hay un hecho muy poco conocido sobre la expedición de Amundsen al Polo Sur y es que parte de esa expedición fue financiada por un noruego radicado en Argentina, Pedro Christophersen, que era uno de los propietarios de la Compañía Argentina de Pesca que operaba con su factoría principal en la isla San Pedro, Georgias del Sur”.

“Cuando Amundsen estaba alistándose en su estación de invierno antes de comenzar la marcha al Polo Sur el buque de ellos, el ‘Fram’, llega a Buenos Aires y no les quedaban fondos para nada; es Christophersen quien los financia para continuar la expedición y de hecho el ‘Fram’ va a realizar una serie de estudios oceanográficos en el Atlántico Sur gracias a estos recursos”, apuntó.

El historiador señaló que “Amundsen cuando vuelve de la expedición se va a la estancia de Christophersen en la provincia de Santa Fe que se llamaba ‘Carmen’ porque él estaba casado con Carmen de Alvear, nieta de Carlos María de Alvear, director supremo de la Nación Argentina. Ahí escribió parte de su libro sobre el Polo Sur donde le agradece a tres personas, al Rey de Noruega, a Nansen que le prestó el buque, y a Christophersen”.

“De hecho en el camino al Polo Sur le va a poner el nombre de Christophersen y de su hermano a dos montañas, y cuando asciende a la meseta antártica le pone el nombre de 'Tierra de Carmen' por la esposa argentina de Christophersen, lamentablemente este último topónimo no fue oficializado, pero los de las dos montañas sí”, añadió.

Fontana contó que Amundsen después vuelve a Buenos Aires y se reúne con científicos argentinos en el Instituto de Geografía Argentino, así como con el Perito Moreno, y en una cena en el club Alemán también estuvo con Christophersen y con Thorvald Nilsen, comandante del ‘Fram’ quien después de la expedición se radica en Buenos Aires donde fallecería en 1940.

El investigador subrayó que “Amundsen no dijo que iba al Polo Sur hasta luego de zarpar, él se había preparado para ir al Polo Norte hasta que aparece un estadounidense diciendo que ya había llegado, aunque después se comprobó que era falso; Amundsen entendió que el Polo Norte ya no despertaba el mismo interés internacional y decidió reorientar su expedición para ser el primero en el Polo Sur”

El historiador explicó que “Noruega se había independizado hacía muy poco de Suecia, de hecho en la expedición de Nordenskjöld de 1901 todavía estaban los dos países juntos, la independencia noruega era muy reciente y la expedición de Amundsen es uno de los mitos fundacionales modernos del estado noruego”.

“Para 1911 Argentina ya tenía lazos antárticos y subantárticos con Noruega a través de empresarios radicados en nuestro país como Larsen, Christophersen y otros en iniciativas como la Compañía Argentina de Pesca”, recordó.

Fontana subrayó que en la "época heroica" de la exploración antártica las expediciones hacían una base en la costa, y algunas lanzaban una travesía de un mes hacia el Polo, pero hasta 1944 la única presencia permanente en la Antártida fue la de Argentina en la base Orcadas, instalada a principios del siglo XX.

La forma permanente de habitar la Antártida, subrayó Fontana, la creó Argentina con esta idea de dotaciones anuales que se renuevan como una cuestión cíclica y "eso cambia la percepción del tiempo en la Antártida respecto de las expediciones que eran una cuestión más lineal con un principio y un final”.

“La expedición de Amundsen desacelera el interés de las potencias imperiales por la Antártida porque una vez que el Polo Sur es alcanzado se perdió parte de la fascinación que éste generaba; entre esto y la llegada de tecnologías como la radio o el telégrafo sin hilos, el comienzo de la Primera Guerra Mundial y la aparición de buques más potentes y resistentes se pasa de la ‘era heroica’ a la ‘era mecánica’ que comenzaría alrededor de 1920 ya sin el afán de alcanzar el Polo Sur”, enfatizó.

“Esta ‘era mecánica’ es para la Argentina una época de continuidad, porque mientras los europeos prácticamente habían dejado de enviar grandes expediciones a la Antártida nosotros seguíamos con una presencia permanente e ininterrumpida allí”, completó Fontana.

Amundsen desapareció en junio de 1928 en el mar de Barents mientras volaba un hidroavión en una misión de búsqueda y rescate de una expedición aérea al Polo Norte con la que se había perdido contacto.

Fuente: Télam

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