Como una gran misión en esta tierra, la pequeña Justina de 12 años le salva la vida a miles de personas luego de su partida. Es que gracias a la sanción de la ley que nos convierte a todos en donantes de órganos, las cifras en nuestro país son sorprendentes.
Ezequiel Lo Cane, padre de Justina sabe del caso de Juan pero también sabe que esto recién comienza. Por eso los proyectos para continuar con esta nueva posibilidad de vida para aquellos que necesitan un órgano, siguen adelante.
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