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La historia de la cordobesa que es la cara del fallo a favor de las bodas gay en EE.UU.
La madre de Valeria Tanco lloró el día que su hija le dijo que era lesbiana. "Pobre vieja, se lloró todo -recuerda Valeria-. Me dijo: «Mirá, lloro no porque esté enojada o no te quiera, sino porque la vida que vas a tener va a ser más difícil»."
Tanco tenía 23 años y pronto dejaría la Argentina para estudiar en Canadá. No lo imaginaba por ese entonces, pero muchos años después, en Knoxville, Tennessee, encarnaría una lucha -y un triunfo- contra ese preciso pronóstico de su madre.
El de Valeria Tanco fue uno de los cuatro casos demandantes en la causa que derivó en el reconocimiento del matrimonio gay a la Corte Suprema de Estados Unidos. El 26 de junio pasado, en un fallo dividido, el tribunal dictaminó que los casamientos entre personas del mismo sexo están protegidos por la Constitución. Así, su apellido quedó atado en la historia de Estados Unidos a una decisión, esperada por décadas, que mejoró la vida de decenas de miles de personas.
Después de terminar sus estudios en veterinaria, en la Universidad Católica de Córdoba, Tanco viajó al medio de Canadá, a Saskatoon, donde completó un máster. En 2008 se mudó a Estados Unidos para hacer su residencia en Cornell, una de las mejores universidades del país. Allí conoció a su hoy esposa, Sophy Jesty.
En 2010 Jesty se mudó a Nueva York y Tanco regresó a Canadá para comenzar su doctorado. Pero estaban decididas a que la relación funcionara y, en una visita de Jesty a Calgary, Tanco le pidió que se casara con ella. Jesty dijo que sí.
Emilia estaba en camino. Para ellas, la alegría acentuaba un problema: Tennessee era uno de los estados que no reconocían el matrimonio gay y, por lo tanto, su certificado de casamiento de Nueva York no tenía validez. Esa grieta legal, en la que también se hallaban miles de parejas como ellas en varios estados del país, creaba varios inconvenientes. Uno, poco angustiante, era el impedimento para declarar impuestos estatales como pareja, y la consecuente pérdida de beneficios. Otro era mucho más preocupante: si a Tanco le sucedía algo, Jesty no sería reconocida como madre de Emilia. Ése era "el tema". Siempre que hablaban de Emilia, recuerda, salía "el tema". "Cuando una está embarazada, habla mucho más -afirma Tanco-. Por lo menos una o dos veces a la semana, seguro."
En marzo de 2014, un juez dictó un mandato judicial que reconocía el matrimonio de Tanco y Jesty hasta tanto hubiera un fallo definitivo sobre su demanda. La ventana duró apenas unas semanas, hasta que la Corte de Apelaciones del Sexto Circuito dictó una medida cautelar que dejó el mandato en suspenso. Durante esa ventana, nació Emilia.
Al final, la Corte de Apelaciones falló a favor de Tennessee, y su caso llegó así a la Corte Suprema y a la decisión del 26 de junio. Ellas esperaban el fallo ese día. No la llevaron a Emilia a la guardería porque querían estar las tres juntas. Fueron a la universidad, clavaron la vista en la computadora y esperaron, rodeadas de colegas y amigos. Hubo llantos, festejos y "la locura de las entrevistas".