Una campaña nacional busca concientizar sobre la importancia de la tarea docente con historias y rostros reales. El objetivo de la iniciativa es que toda la sociedad reconozca la tarea de los maestros y los acompañe en su importante misión.
Para lograr ese objetivo, los organizadores abrieron un proceso donde la sociedad podía “nominar” a un gran docente. De aquella gran convocatoria que recibió más de 400 docentes nominados de todo el país, un comité de la Fundación Varkey eligió a cinco finalistas cuyos rostros pasarán a formar parte de miles de espacios en vía pública, en septiembre, durante el mes de la educación. Llevar a los docentes a las calles, es una excusa para hablar de todos los grandes docentes que tenemos en el país, del talento que requiere la profesión y de la centralidad de su rol.
“¿A quién queremos reconocer como sociedad? ¿Nos preguntamos eso? Si decimos que los docentes son la pieza fundamental de la sociedad, ¿a quién vamos a celebrar? Si queremos transformar la sociedad, empecemos por la educación: escuchemos la voz de sus docentes, acompañemos su trabajo y reconozcamos su tarea”, se preguntó el director regional de Fundación Varkey, Agustín Porres.
“Para nosotros es sumamente inspirador conocer las historias de tantos docentes que dedican su vida a enriquecer y potenciar la vida de los chicos que serán la base de una Argentina más justa y desarrollada. Las historias que difundimos son la representación del corazón generoso que tienen los docentes de nuestro país, y nos enorgullece promover esta campaña junto a Fundación Varkey”, sostuvo el COO de MDZ -coorganizador de la campaña-, Ramiro González Morón.
Las historias
Martín Vera trabaja en dos escuelas de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, donde es maestro de tercero y cuarto grado. Desde los 12 años sabía que quería ser maestro. Martín reconoce que Donato, su hijo con autismo, le cambió la perspectiva de la tarea docente. “Antes de Donato era un tipo de docente, ahora soy otro”, afirma el profesional. Sin buscarlo, Vera se ha convertido en un verdadero referente TEA (trastorno del espectro autista), impulsando la organización de padres y familias autoconvocados “TGDPADRESTEA” Avellaneda, Red Federal.
A pesar de lo desafiante de su contexto, Martín disfruta cada momento con sus estudiantes y destaca la importancia de que puedan reír mientras aprenden. Para Vera el gran desafío no está sólo en lo disciplinar de las materias, sino en que sus estudiantes se formen como personas de bien. Su sueño es que los docentes s estén capacitados para trabajar con todos los alumnos en una escuela que abrace. Martín afirma: “Los chicos nos miran. Debemos ser ejemplo en todo.”
Marianela Colantuono se levanta todos los días a las 5.15 de la mañana. Desde su casa de Liniers viaja en transporte público a su escuela en Belgrano, CABA, donde da clases a cuarto grado en doble turno, de prácticas del lenguaje y ciencias sociales.
Marianela reconoce que ella y sus estudiantes llegan cada día a la escuela con su propio bagaje de problemas, sin embargo, la escucha atenta y un abrazo puede significar un nuevo comienzo del día. La madre de uno de sus alumnos fue quien la nominó, por ser alguien que “va más allá de la clase, y se ocupa de las familias, de saber cómo están”.
Marianela destaca la motivación docente y expresa: “Si yo no estoy motivada como docente, es difícil que ellos puedan estarlo como estudiantes”.
Su sueño es que todas las escuelas sean de calidad y para todos. Y concluye: “La escuela tiene que ser un lugar donde los chicos quieran volver”.
Marina Zamora tiene 28 años y es docente en una escuela rural, pequeña. La localidad más cercana es Rama Caída, Mendoza. En su clase reúne estudiantes de sexto y séptimo grado. Su directora fue quien la nominó.
Marina reconoce que, aunque al principio le costó, hoy está enamorada de su profesión y que por nada del mundo le gustaría tener que abandonar el aula. Actualmente trabaja mucho con Aprendizaje Basado en Proyectos y afirma que el diseño curricular de Mendoza le permite ser innovadora en sus clases. “Los docentes tenemos en nuestras manos la posibilidad de cambiar la vida de nuestros estudiantes y de la sociedad y por esa razón tenemos que capacitarnos constantemente y dejar todo en la tarea”, afirma Zamora.
Cecilia Sas comenzó a trabajar en el ámbito rural y hoy lo hace en un colegio parroquial de la localidad de Villa Cañas, provincia de Santa Fe. Allí es docente de matemáticas y ciencias. No enseña para dos o tres alumnos, sino que lo hace para todos.
Cecilia considera que la familia y la escuela deben trabajar codo a codo, pues es la única manera de que funcionen: acompañándose mutuamente. Con ellos promueven viajes de estudios y diversas iniciativas como conectarlos con científicos.
“¿Cómo despierto el interés por las matemáticas? Hago chistes, apelo a refranes, busco juegos, anécdotas y vinculo lo que estoy queriendo enseñar con situaciones cotidianas, de ellos. Y finalmente, me ocupo de explicarles el sentido real del contenido que voy a enseñar y para qué les puede ser útil o en qué momento pueden aplicar lo aprendido. Para ello es clave conocer a cada estudiante. Una vez que tengo su atención, empiezo a jugar con los números de manera diferente, saliéndome del libreto”, afirma Sas.
Miguel Ángel Quevedo se levanta a las 5 de la mañana y maneja 30 kilómetros para abrir las puertas de su escuela técnica de la ciudad de Córdoba. Miguel Ángel recuerda que la estuvieron a punto de cerrar por una mala gestión y se organizaron con los docentes para alcanzar una tecnicatura a nivel nacional, la primera de madera y muebles.
Quevedo reúne en su sangre la pasión por la carpintería y la docencia, oficios que fue perfeccionando hasta convertirse en un gran referente para los estudiantes y su comunidad. Sin embargo, reconoce que no está sólo, sino que la enseñanza es en equipo.
“De nada sirve tener un aula llena si vos no llegas afectivamente a los chicos. Por eso mis clases no son teóricas, son una charla con ellos, poniéndome en su lugar y en aquello que yo disfrutaba como estudiante”, afirma este docente que antes de terminar el secundario ya estaba dando clases.
Este mes del docente Miguel cumple sus 60 años y mientras alcanza la edad para jubilarse, sus colegas, especialmente quien lo nominó, no se imaginan la escuela sin él.
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