Natalí Otero no habla de “adultos mayores”. Para ella, todos son “abuelos”. No porque todos tengan nietos, sino porque la palabra le evoca cariño, ternura y gratitud. Así nació Proyecto Abuelos: una iniciativa fotográfica y social que busca visibilizar y escuchar a las personas mayores, recordando que algún día todos llegaremos a esa etapa de la vida.
El proyecto empezó de manera ingenua y espontánea, con retratos a sus propios abuelos. Desde chica, ella sintió afinidad por ese vínculo intergeneracional. Con el tiempo, se animó a retratar a vecinos, conocidos y desconocidos: “Un día me crucé a un abuelo en la plaza, le pregunté si podía fotografiarlo y me dijo que sí. Ese fue el primer video que se volvió viral. Ahí entendí que tenía que seguir por este camino”, cuenta.
La esencia de Proyecto Abuelos es simple pero poderosa: retratar desde la charla, la confianza y la emoción genuina. No se trata solo de capturar rostros, sino historias, gestos y miradas que transmiten humanidad. “No me interesa lo estético, sino lo que la persona expresa. Siempre busco que la foto emocione, que conecte”, explica.
Entre las historias que marcaron el camino está la de Orlando, un abuelo que posó con naturalidad y humor, y la de “Nino Plantines”, un vendedor de plantas en bicicleta que se convirtió en figura querida en Rosario después de que sus fotos circularan por redes sociales. “Me gusta que no quede solo en la foto. Busco generar vínculos, ayudar, que la gente los conozca y los salude por la calle”, dice Natalí.
La fotógrafa define su objetivo a futuro con claridad: unir arte y ayuda. Sueña con exposiciones donde sus retratos convivan con acciones concretas para mejorar la vida de los retratados. “El arte no tiene que ser distante. Todos vivimos rodeados de fotos, música, imágenes… y eso nos acompaña incluso en los momentos más difíciles”, reflexiona.
En tiempos donde la soledad y el aislamiento golpean a todas las edades, pero especialmente a los mayores, Proyecto Abuelos se planta como un recordatorio de que todavía hay lugar para la ternura y el encuentro. “Trato de salir de mí misma y brindarle al otro lo que puedo, con respeto y amor. Valorar el arte es valorar la vida”, concluye.
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