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Rescató a su hija de una red de prostitución en Santiago del Estero
Se trata de Mario Gamarra, quien manejó 700 kilómetros de madrugada para salvar a su hija. Romina, su hija de 18 años, llevaba ocho meses secuestrada, tiempo en el que fue obligada a prostituirse y fue tratada como esclava.
El 13 de enero último Romina volvía a su casa con su hermano de 15 años cuando un vecino que la acosaba bajó de un auto, la encañonó y se la llevó entre amenazas.
"La buscamos por todos lados, pero sólo había rumores", cuenta el florista. El testimonio que daría luego la chica dice que durante un tiempo la mantuvieron retenida a 30 cuadras de su casa, siempre amenazándola con matar a su hermano. Y que luego su captor la llevó a a la misma comisaría donde sus padres habían denunciado su desaparición para que dijera que estaba bien.
Después, a Romina la llevaron a una whiskería de la localidad bonaerense de General Rodríguez, para obligarla a trabajar como prostituta. Ahí, contó, vio a policías que pasaban a cobrar comisión y a un político local. También se encontró con seis chicas santafesinas que, aseguró, estaban como ella: esclavizadas, durmiendo en cuartos con rejas y atendiendo clientes a toda hora.
A fines de febrero la llevaron a un local ubicado sobre la ruta 9, en Bell Ville (Córdoba), donde halló más santafesinas. De ahí, dijo, la pasaron a la whiskería "Negro el 20", en la ruta 51 de La Banda, Santiago del Estero. Un mes en cada lado, y a rotar. Hasta que se cruzó con un piadoso que le permitió llegar a su padre.
Romina le contó a un cliente lo que pasaba y éste le consiguió un celular para que, el 13 de setiembre, llamara a su familia. "Dijo que estaba en La Banda, que la fuera a buscar", recuerda Mario. "No dudé. Cargué nafta y cargué a mi pibe para que me lea los carteles de la ruta, porque tanto no sé leer", explica.
"Paré enfrente, hice como que se descompuso el auto y puse balizas", repasa. "En eso el nene mío la vio. Y yo veo que salta la tapia con la otra piba (María Cristina Ojeda) y atrás venía un gordo con un fierro". Las chicas habían empujado a la de la limpieza en la puerta. "Arranqué cagando".
Manejó 300 kilómetros hasta Palo Negro, en el límite de Santiago. "Puse la denuncia y pedí custodia. Me dijeron que no, que esto y aquello. Llamaron a la Policía de Santa Fe y me reprocharon que no había ido ahí. ¿Qué posibilidad de vida me daba hacerles la denuncia a ellos? Ahí nos fuimos hasta Ceres. Yo hacía 24 horas que no dormía, y el milico de ahí me tomaba como que yo había hecho una joda. '¿No tenía otra comisaría para ir?', me decía".
Al fin, llegaron. Romina volvió a casa y María Cristina se reencontró con su hijito de 3 años. Ambas se presentaron entonces ante el juez provincial Diego de la Torre, quien pidió la captura de Martín "Chino" Núñez, de un primo suyo y de Juan Osuna, señalado por Ojeda como un hombre que la habría seducido para meterla engañada a trabajar como esclava en las whiskerías.
Las detenciones nunca se concretaron, pero Mario y su familia empezaron a recibir amenazas. La causa pasó a la fiscal federal Griselda Tessio y a las pocas horas, el domingo pasado, María Cristina desapareció. Distintos testigos la vieron acompañada por uno de los prófugos buscados por la Justicia, por lo que se lanzó una campaña para hallarla.
La chica reapareció el martes: acompañada por un misterioso abogado, le dijo a la fiscal Tessio que todo había sido mentira, que no la tenían cautiva. Lo mismo repitió a un diario local y agregó que Romina miente. Enseguida, volvió a desaparecer.
Nadie cree que María Cristina esté bien. "Me siento mal al ver esto, porque yo la traje haciéndole una gauchada. Estaba tan agradecida...", dice Mario. "Esperemos que esto se vea en la Justicia", se esperanza. Y vuelve a juntar sus flores para vender. (Clarín)