La postal se repite en muchos rincones de Rosario: contenedores repletos de cartón y papeles que, hasta no hace mucho, desaparecían casi al instante. La razón de este cambio se encuentra en una caída abrupta del precio del cartón, que dejó de ser una opción rentable para quienes lo recolectaban como forma de subsistencia.
Según explicó el secretario de Ambiente y Espacio Público de la ciudad, Luciano Marelli, lo que ha cambiado no es la cantidad de personas que buscan entre la basura, sino el tipo de materiales que ahora priorizan. "Hay más gente revisando los residuos, pero ya no buscan tanto cartón. Apuntan a otros elementos con valor de reventa", detalló.
Uno de los factores que influyó en este fenómeno es la baja en el precio del cartón, que pasó de pagarse alrededor de 150 pesos el kilo a apenas 65 o 90 en la actualidad. Esta disminución está vinculada, entre otras causas, a la apertura de la importación de celulosa, lo que redujo la demanda del producto reciclado en el mercado interno.
Frente a esta realidad, los recolectores informales –que antes recorrían las calles con carros repletos de cartón– hoy optan por bicicletas o mochilas, en busca de plásticos u otros materiales que les permitan obtener algún ingreso. El esfuerzo, sin embargo, es mayor: deben cubrir más territorio y juntar más peso para igualar lo que antes ganaban en menos tiempo.
Un relevamiento municipal realizado en la primera mitad de 2024 contabilizó 819 personas que se dedican a esta tarea, un 40 por ciento más que en 2021. La mayoría son adultos jóvenes de entre 24 y 40 años, que se volcaron a esta actividad como única salida ante la falta de empleo. Muchos llegan sin experiencia, con la urgencia de alimentar a sus familias. Las mujeres también forman una parte importante de este grupo.
Este registro permite dimensionar una realidad que se hace cada vez más visible tanto en los barrios como en el centro de la ciudad. La precariedad y la necesidad empujan a cientos de personas a revolver los residuos, mientras el cartón, alguna vez codiciado, se acumula ahora sin que nadie lo recoja.
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