Portada  |  11 marzo 2019

Sin brazos ni piernas, Nelson necesita que las autoridades hagan cumplir sus derechos

Nelson Sanabria no puede salir de su casa porque la calle donde vive no tiene asfalto. Tampoco puede votar para que las cosas cambien: sin huellas digitales ni firma, se le dificulta el trámite de reempadronamiento electoral. "Cuando yo estaba internado en 2007 una asistente social me rehizo el DNI con el domicilio del Hospital Rivadavia de Buenos Aires, pero yo vivo en Mar de Ajó", explica.

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Nelson Sanabria trabajaba en el rubro de la construcción en un hotel de Mar de Ajó –hoy del Sindicato de Panaderos- cuando sufrió un accidente laboral en el que casi pierde la vida. Pero se salvó, aunque debieron amputarle los cuatro miembros.

Todo sucedió el 14 de noviembre de 2006, cuando tocó cables de alta tensión con un hierro que transportaba en una obra de Mar de Ajó. Hoy, doce años después, continúa en juicio contra la Cooperativa Ltda. de Luz y Fuerza (CLYFEMA), del Partido de la Costa, que a fines del año pasado, con una deuda de 250 millones de pesos, se presentó en convocatoria de acreedores.

“Roguemos que no vaya a la quiebra”, afirmó la concejal de Cambiemos, Evangelina Cordone, durante una sesión de la HCD de La Costa en diciembre de 2018. Cordone realizó entonces duras denuncias contra las autoridades de CLYFEMA, a quienes vinculó con el intendente Juan Pablo de Jesús: “La cooperativa es una caja chica de De Jesús”.

“Es la caja chica del Intendente”, reitera Sanabria a telefenoticias.com.ar, y agrega: “Estoy en juicio por daños y perjuicios en el Juzgado Civil y Comercial N°1 de Dolores. Ya presentamos todas las pericias y testigos, pero el juez no se expide”.

Después de hablar con muchos funcionarios -incluida la vicepresidenta Gabriela Michetti- y ante sus demandas insatisfechas, pidió una audiencia con Mauricio Macri. Hace un año recibió una carta con membrete oficial en la que le daban una respuesta insólita para una persona en sus condiciones: debía dirigirse al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, sito en la Av. 9 de Julio, a 350 kilómetros de su casa del Partido de la Costa.

“Estoy pensando encadenarme en el Obelisco y hacer huelga de hambre hasta morirme pidiendo ser escuchado sin censura. Soy argentino y tengo derechos que no son contemplados”, reclama desde su silla de ruedas electrónica que maneja con su muñón a través de un joystick.

Ni siquiera tiene derecho al voto. ¿Por qué? Nelson no está debidamente empadronado. Y, sin huellas digitales ni firma, se le dificulta todo trámite. Tras su accidente laboral, estuvo internado en el Hospital Rivadavia de Buenos Aires. "Cuando yo estaba internado en 2007 una asistente social me rehizo el DNI con el domicilio del Hospital Rivadavia, pero yo vivo en Mar de Ajó", explica.

El domicilio de su documento dice Av. Las Heras 2670, CABA, cuando ya hace años que vive en Mar de Ajó y por un tiempo también vivió en Mar del Plata –donde primero se trató por tres años en el estatal Instituto Nacional de Rehabilitación Psicofísica del Sur y en la temporada de verano 2018 intentó conseguir sin éxito un puesto en una feria artesanal para vender los mandalas de madera que pintaba. Allí dejó sus prótesis, aquellas que recibió como un obsequio y que aprendió a usar en el Instituto.

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"La directora provincial de Políticas de Discapacidad y Adultos Mayores, Romina Gey, y funcionarios marplatenses me prometieron muchas cosas, pero no cumplieron, se burlaron de mí, me frustré enormemente y regresé a Mar de Ajó", explica Nelson a telefenoticias.com.ar

"De Jesús no me asiste, al punto que están asfaltando la calle donde vivo, Caseros, pero la cinta asfáltica no llega hasta mi casa, la obra quedó a 200 metros", sostiene consternado. "¿Cómo voy a usar las prótesis en la arena? Tampoco puedo salir de mi casa en silla de ruedas", se indigna con causa. En la puerta de su casa se hizo hacer una rampa, pero el Municipio no le da el cartel para que los vehículos no le obstruyan el acceso a su vivienda, la cual está pagando en cuotas desde antes del accidente que lo dejó sin brazos ni piernas.

"Para colmo, mi vecino construyó sin levantar medianera. Apoyó su casa sobre la mía y cada vez que abre y cierra su portón, mi casa tiembla. Temo que se derrumbe", añade con preocupación.

Nelson tiene pareja. Comparte el mismo terreno con su madre, su hermana y sus tres sobrinos de 3, 7 y 8 años. "Mis sobrinos no pudieron empezar las clases no por el paro docente, sino porque no tienen ropa", concluye.

No quiere vivir de la asistencia, quiere trabajar, tiene fuerza, energía y ganas. Pero también tiene ganas de que respeten sus derechos.

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