Por Gabriela Cerioli
A pesar de la existencia de leyes de protección animal, tanto en Argentina como en otros países, personas de sectores vulnerables siguen utilizando la tracción a sangre como medio de subsistencia. Se trata de una forma de transporte que perjudica y hace sufrir al animal, que es maltratado y descuidado.
Los animales están heridos, desnutridos y obligados a desplazarse sin ningún tipo de descanso. Por otro lado, existe el comercio de alquiler de caballos con el objetivo de utilizar los caballos como cosas y que sean funcionales a los requerimientos de quien paga.
A pesar de la existencia de leyes de protección animal, tanto en Argentina como en otros países, personas de sectores vulnerables siguen utilizando la tracción a sangre como medio de subsistencia. Se trata de una forma de transporte que perjudica y hace sufrir al animal, que es maltratado y descuidado.
En La Plata, uno de los principales epicentros de maltrato y abandono equino, la ONG Caballos en Libertad busca eliminar la tracción a sangre.
“Caballos en Libertad nació en 2012 cuando Lucila Laberne, actual presidenta de la ONG, observó una situación en la que un carrero estaba maltratando a un caballo y no dudó en intervenir”, explica Agustina Franconeri, responsable de Comunicación de la organización.
La ONG está ubicada en la zona sur ciudad de La Plata. “Ahí alquilamos un predio en el que hay una parte donde se guardan los fardos y todo lo que es el alimento de los animales, hay boxes de internación y el sector de campo libre para los caballos que ya están recuperados”, cuenta la voluntaria del área de prensa.
Caballos en Libertad tiene en su haber más de 500 rescates. “Actualmente tenemos 20 caballos en tratamiento. Hay algunos que no se pueden publicar porque están judicializados y la Justicia aún no nos otorgó su tenencia. Es un proceso que lleva tiempo”, agrega.
“Atendemos a todo caballo en situación de calle, con afecciones graves, patologías o falta de asistencia. Una vez que están aptos, siempre que su condición lo permita, pueden ser adoptados para tener una mejor calidad de vida, familia y espacio adecuado. Al momento de ser adoptados, tienen un proceso de seguimiento que en muchos casos es desfavorable. “7 de cada 10 caballos que damos en adopción vuelven porque no están en condiciones”, relató en 2022 el veterinario Juan Manuel Oliden, especializado en equinos y encargado de Caballos en Libertad al diario El Día. Tenerlos en buen estado es un requisito fundamental para las familias ya que, si se constata que el animal no está bien, se lo retira: “si no lo quieren devolver, se hace un allanamiento porque están todos judicializados”.
Juan Manuel Oliden trabaja ad honorem desde el nacimiento de la ONG. Junto a algunos colegas, lleva a cabo cirugías de alto riesgo, capacita y explica a los voluntarios cómo realizar curaciones y dar medicación.
“Actualmente necesitamos insumos médicos y colaboración para el tratamiento de Benito y Apolo, pero sobre todo un malacate eléctrico para poder parar a los caballos que no se pueden levantar por sí mismos”, señalan desde Caballos en Libertad.
“Hoy en día somos más de 30 voluntarios, pero siempre tratamos de buscar más porque todo el tiempo van rotando. Es un trabajo en el que se requiere compromiso y, sobre todo, responsabilidad y ganas de ayudar. La ONG se sostiene a base de los voluntarios, que son quienes cuidan a los caballos, los alimentan y los medican”, explica Franconeri.
El tema de la protección de los animales aparece ocasionalmente en las redes sociales o en las noticias, pero normalmente sólo ocurre cuando se viralizan videos profundamente dañinos sobre violencia animal o cuando se está produciendo una catástrofe natural. En verdad, esto no ocurre con la suficiente frecuencia como para generar la conciencia necesaria, a pesar de que a diario se cometen actos violentos e irresponsables contra los animales.
Además del trabajo de Caballos en Libertad, es necesaria la aplicación de políticas públicas para comenzar a reducir la tracción a sangre que tanto perjudica la vida de los equinos, los niños y aquellas personas que no tienen cubiertos los medios de subsistencia y necesitan adquirirlos de alguna manera, optando por esta actividad.
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