Investigadores de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, analizaron muestras de orina recogidas durante los exámenes físicos de rutina de 33 ejemplares en el Carolina Tiger Rescue, un santuario de vida silvestre sin fines de lucro en Pittsboro, Carolina del Norte.
Según la revista Naturwissenschaften (Ciencia de la Naturaleza), los científicos utilizaron una técnica llamada cromatografía de gases-espectrometría de masas para identificar 29 compuestos químicos en la orina de los manturones.
De acuerdo con esos estudios, el compuesto que emanaba de cada muestra fue 2-acetil-1-pirrolina, o 2-AP, el mismo compuesto que da su tentador aroma de los pochoclos con mantequilla.
Pero además descubrieron que el 2-AP fue uno de los pocos compuestos que persistió y se hizo más dominante con el tiempo. Y que los machos segregan más de esa sustancia que las hembras.
El compuesto 2-AP se forma normalmente en los pochoclos durante el proceso de explosión, cuando el calor causa reacciones entre azúcares y aminoácidos en los granos de maíz, según Abc.es.
La cocción produce una variedad de nuevas moléculas de olor y de sabor en una reacción química llamada la reacción de Maillard. El mismo compuesto también es responsable de los agradables aromas de las tostadas y el arroz cocido.
"Para hacer este compuesto, tenés que utilizar temperaturas por encima de lo que la mayoría de los animales pueden lograr fisiológicamente", comentó Christine Drea, profesora de Antropología evolutiva en Duke, quien se preguntó: "¿cómo consiguen estos animales este olor a cocina sin cocinar?".
Tras buscar esa respuesta en sus alimentos, los investigadores no hallaron ninguna sustancia que explique ese fenómeno a partir de la ingesta. Entonces apuntan a otra hipótesis, y es que que el 2-AP se produce cuando la orina del binturong entra en contacto con las bacterias y otros microorganismos que viven en la piel, el pelaje o el intestino del animal.
Por otra parte, se sabe que los manturones son animales solitarios que rara vez se encuentran cara a cara, así que utilizan su particular aroma como tarjeta de visita para marcar su territorio y atraer a potenciales parejas.
Estos animales orinan en una posición curiosa, no muy pudorosa: en cuclillas, empapando sus pies y espesas colas durante el proceso. Después, arrastran sus colas cuando se mueven en los árboles, dejando un rastro de olor en las ramas y las hojas detrás de ellos.
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