El Spinner es un fenómeno global que se expande en todo el mundo. El juguete que enloquece a los niños fue creado por Catherine Hettinger, hace 20 años, para su pequeña hija.
Patentó su invento y durante ocho años conservó los derechos. Pero en 2005 un mal momento económico no le impidió pagar la renovación. 400 dólares que hoy, se pudieron haber convertido en una fortuna.
Fue recién 12 años después que su invento se popularizó y masificó por todo el planeta. Los fabricantes se hicieron millonarios. En cambio Catherine, su creadora vive un doloroso presente.
Hoy ni siquiera logra llegar a final de mes con sus deudas. "Es un reto ser inventor", contó al diario The Guardian. "Sólo alrededor del 3% de las invenciones ganan dinero. He visto otros inventores hipotecar sus casas y perder mucho. Es difícil", señaló.
A pesar de que la masificación del spinner le pudo haber significado terminar con todos sus problemas económicos, para Catherine, al fin y al cabo, no se complica.
"Varias personas me han preguntado: ¿no estás enojada por todo lo que pasó? La verdad no. A mí me complace que algo que diseñé sea para que la gente disfrute y se divierta", expresó.
La idea de Catherine surgió a principios de los 90 para entretener a su hija Sara, quien sufre de miastenia gravis (una enfermedad autoinmune que debilita músculos).
"No podíamos jugar juntas, así que comencé a inventar cosas, luego otras y así fue tomando forma la idea", contó.
En esa época, el invento de Catherine para su hija fue mejorando y probado por más de 2 mil personas, consiguiendo registrar su diseño e idea en la oficina de patentes y marcas de Estados Unidos.
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