Más de un siglo después del trágico naufragio de Titanic, uno de esos misterios acaba de salir a la luz: la vida oculta del violinista del gigantesco trasatlántico, John Law "Jock" Hume, quien tocó hasta el final junto a la banda del barco.
Jock Hume tocó entre los gritos y el llanto de chicos y grandes que sabían que estaban a punto de morir. La orquesta de ocho hombres interpretaba las últimas canciones de su vida para unos pasajeros que no se salvarían. Hume era el más joven de la banda. Su última canción fue “Más cerca de tí, señor”.
Movido y fascinado por esta triste historia, el nieto de Hume, Christopher Ward, decidió investigar más sobre la vida de su abuelo y su trágico final cuando apenas tenía 21 años, dejando atrás a su novia Mary Costin, embarazada.
Lo que su nieto nunca esperó encontrar era que su abuelo tenía una vida paralela. Otro hijo, otra mujer. Una mujer negra, a quien conoció en Jamaica.
Según afirma el propio Ward en un reportaje escrito para el “Daily Mail”, nunca había sabido mucho de la vida de su abuelo hasta que, casi por casualidad, se contactó con un coleccionista de objetos del Titanic. Este poseía algunos documentos oficiales en los que se hacía una relación con aquellas personas que se habían beneficiado de una pensión tras la muerte de uno de sus familiares en la tragedia. Tras revisar las páginas, el escritor encontró el nombre de Mary Costin y el de otra mujer desconocida: Ethel McDonald, ambas receptoras de una cantidad considerable por la muerte de Jock Hume.
El violinista había viajado en la Navidad de 1910 a Jamaica, donde había tocado durante tres meses en un el Constant Spring Hotel, antes de aceptar el trabajo en el Titanic. Era muy probable que hubiera tenido una aventura con Ethel. Gracias a la ayuda de Donald Lindo, un genealogista de la zona, Ward supo que la mujer era la camarera del restaurante del hotel.
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