Muchos lo consideran una criatura demoníaca y de mal presagio y aquellos que no lo conocen suelen confundirlo con algún tipo extraño de ardilla por sus dientes de roedor, sus orejas de murciélago y su cola larga y peluda.
Se trata del Aye-aye, que en realidad es un primate (más específicamente un prosimio) de la familia de los lemures que se encuentra únicamente en Madagascar.
Tiene un cuerpo de 40 centímetros. Su fuente de alimentación principal son larvas de insectos que se encuentran dentro de los troncos de árboles. Precisamente para acceder a sus presas el Aye-aye ha desarrollado las adaptaciones especializadas que le confieren su apariencia tan rara.
El Aye-aye no solo es el primate nocturno más grande, también tiene la cabeza proporcionalmente más grande respecto a su cuerpo de entre todos los primates.
Su modo especializado de alimentación consiste de un comportamiento más complejo y con motricidad más fina que todos los demás lemures. En los Aye-aye infantes, esta proporción se nota de forma más acentuada, tanto que hasta se podría decir que son tan feos que enternecen, explican los científicos que los estudian.
La única población de esta criatura es muy pequeña y corre riesgo de desaparecer. Limitada únicamente a los bosques de la isla, se encuentra amenazada no solo por la reducción de su hábitat debido a la tala sino también por culpa de la superstición.
Algunos creen que si el animal los señala con su largo dedo, los ha marcado para la muerte. Otros creen que si aparece cerca de la aldea traerá mala suerte y desgracias.
Por esto, el pobre Aye-aye, por feo, enfrenta una amenaza más a su ya reducida población, ya que al cruzarse con ellos, los lugareños optan por matarlo para evitar las maldiciones que ellos están convencidos que les podría traer.
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