Portada  |  26 diciembre 2021

La curiosa historia de los botines de Emiliano Sala, campeones en Progreso

Deportes

Aquel trágico enero de 2019 dejó una huella para siempre en la localidad de Progreso. El accidente aéreo que le costó la vida a Emiliano Sala es una herida que aún no cierra en la gente de la pequeña localidad distante 80 kilómetros de la ciudad de Santa Fe.

Emiliano era el ídolo. El superhéroe. El chico de pueblo esperado una vez al año. El que, jugando a nivel profesional, se calzaba los botines para ir a «patear» con los amigos de la infancia como si fuera algo normal. En su mejor momento futbolístico, el destino le preparó una trampa. Pero su imagen sigue vigente en ese pueblo que habla del «legado de Emi».

San Martín de Progreso es el club que lo vio crecer futbolísticamente y fue el trampolín para el despegue. Esa institución, hasta este 2021 nunca había podido quedarse con el título de primera división de la Liga Esperancina. Pero esta temporada hubo revancha y por partida doble.

Dentro de esas dos vueltas olímpicas hay una historia muy particular. Una historia desconocida para muchos: un par de botines de Emiliano Sala fueron protagonistas. Esos botines marcaron un gol en octavos de final y patearon un penal en la definición ante Santa Clara para determinar quién era el campeón.

Los Molteni son una familia conocida en la localidad y tanto Mauricio (el mayor de los hijos de Omar y Daniela) como Martín, su hermano, son reconocidos hinchas de San Martín. Mauri decidió volver a ponerse esa camiseta después de un paso por la Liga Santafesina. Y lo hizo con el sentido de pertenencia que tienen los pibes de pueblo que adoran volver a esos lugares donde la vida los hizo feliz.

En el año 2018, dos de los integrantes de la familia mencionada decidieron hacer un viaje por Europa. Recorrieron varios países, pero en Francia se instalaron varias jornadas en la casa de ese amigo del alma que los recibió con los brazos abiertos. Emiliano Sala tenía compañía y compartió con Omar y Martín unos cuantos días. Al momento de pegar la vuelta para la Argentina, ambos recibieron un obsequio del delantero del Nantes: un par de botines. «Es un regalo mío para Mauri», les dijo.


Esos botines llegaron y quedaron ahí, en la caja. Intactos. Hasta este año. El día que San Martín de Progreso jugó los octavos de final, Mauricio Molteni marcó el segundo gol de la victoria ante Sarmiento de Humboldt. No fue un grito más: tenía una connotación especial. Lo había anotado con los botines de Emiliano Sala, que por primera vez habían salido de la caja que llegó desde Francia. A partir de ese momento fueron una cábala. En secreto, como deben ser las cábalas. Hasta la mismísima final del Absoluto, cada vez que el delantero fue convocado para estar, se puso los botines Adidas que combinan el celeste y el azul.

El partido decisivo se definió por penales y San Martín gritó campeón ante Santa Clara. En los 90 minutos no hubo diferencias y hubo que recurrir a la instancia desde los 12 pasos. Y en esos remates estuvo presente Mauricio Molteni. Su derechazo terminó chocando con la red y colaboró para la victoria de un equipo que, además, lució la camiseta alternativa que no es cualquiera: lleva los colores del Nantes de Francia en homenaje a ese equipo en el cual Emiliano Sala se cansó de gritar goles y en el que se convirtió en uno de los mejores delanteros de Europa.

«Esos botines me los mandó Emiliano (Sala) cuando mi papá y mi hermano fueron a visitarlo. Eso ocurrió seis meses antes del accidente», cuenta Mauricio Molteni. Y agrega: «Los usé por primera vez y marqué el segundo gol en octavos de final. De ahí no me los saqué más. Es una forma de homenajear al amigo que lamentablemente ya no está. Aunque te digo algo, nosotros lo sentimos presente».

El festejo mostró imágenes que quedaron para siempre en las retinas de los hinchas de ese club que este año se sacó la espina. La vuelta olímpica, los abrazos, las lágrimas… Ese racimo humano de los jugadores con la camiseta que lleva los colores del Nantes… y en el medio de tantas piernas, esos botines, los del Emi (así lo llaman)… los que él mando de Francia. Que llegaron a Progreso. Que estaban guardados. Pero que aparecieron en momentos clave para hacer sonreír a un pueblo futbolero. Porque en definitiva, todos coinciden en algo en esos pagos: Sólo muere quién se olvida… Y Emiliano Sala está presente en cada instancia. Por aquello del legado, que tanto se menciona. Y porque, de alguna manera, en el pueblo sintieron que él también volvió a ese lugar donde la vida lo hizo feliz desde chico...

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