Cuando Natu Dumrauf se fue a Mallorca aún no sabía que llevaba consigo sus dotes de artista plástica. Un día el arte golpeó a su puerta y se transformó en pintora, luego de investigar y experimentar sobre técnicas, sin haber tomado clases ni formarse en una academia de arte.
Como muchos artistas célebres, la pintora argentina Natalia Lorena Dumrauf, conocida como Natu Dumrauf, es autodidacta. Se inició en la pintura accidentalmente, hace casi una década, cuando un amigo le pidió que le dibujara un logo.
“Desde ese momento no pude dejar de dibujar y cuando dibujar no fue suficiente, apareció el color y cambió mi vida para siempre. Creo que el arte golpeó a mi puerta un día y yo solo lo dejé entrar”, afirma desde su casa en Palma de Mallorca.
A esta atractiva ciudad balnearia y capital de la isla española arribó en 2014 desde Mar del Plata, en donde se crió.
“Mallorca ha sido el lugar donde he desarrollado mi profesión, donde me he sentido creativa y en donde mi familia y yo nos sentimos muy a gusto”, puntualiza la palmesana por adopción, que se enfocó en el impresionismo y el cubismo.
Desde entonces, viene creando piezas pictóricas caracterizadas por una verdadera explosión artística. “Yo pinto con pintura acrílica, principalmente sobre lienzo”, luego de pasar dibujos al carbón y la tiza pastel.
Se inspira en la inocencia de los niños, que la motivan a seguir aprendiendo y desarrollando sus capacidades creativas.
“Comprendí que el arte fue y es como aprender un nuevo idioma, un nuevo lenguaje y éste es el mío. No podría expresarme hoy de otra forma que no sea ésta: con colores, rayas, lunares y dibujos simples y ojos enormes; no intento ser algo que no soy. Mi pintura es simple pero directa y sincera, al igual que los niños”, expresa.
Si bien, su estilo tiene mucho de vitralismo, que baila entre la expresión de su propia composición de color y los temas de obras conocidas con pinceladas a lo largo de las épocas, Natu afirma: “Yo creo que mi estilo no podría etiquetarlo de ninguna manera y tampoco quiero hacerlo porque me limitaría a mí misma, eso se lo dejo a los críticos y expertos. Yo solo quiero pintar”.
Es tan grande su pasión por la pintura, que en su brazo tiene tatuajes de sus máximos modelos: Pablo Picasso, Salvador Dalí, Frida Kahlo. “Mi admiración a estos maestros y, luego pensar si yo fuera Picasso, ¿cómo hubiese pintado? ¿Y si fuese Matisse? La verdad, me divierto mucho. Para mí es como un juego y un desafío. Es reinterpretar grandes obras, pero en mi lenguaje. Un poco loco, pero siempre con mucho respeto”, cuenta sonriendo Natu.
En su luminoso atelier no pueden faltar tres botellas de agua. “Cada una de ellas tienen un significado para mi vida cotidiana”, sostiene la pintora que consagra su vida con el agua del amor, con el agua de la prosperidad y con el agua de la divinidad.
A lo largo de su carrera, ha participado en más de 25 exposiciones en España y ha recibido reconocimientos de organismos internacionales, como la Federación de Asociaciones Iberoamericanas y la Asociación Cultural Ecuatoriana Iberoamericana.
"Quiero que mi arte toque las almas de las personas y deje huellas en la memoria de la humanidad", concluye.
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