Desde el viernes pasado, la locura por Taylor Swift está a la vista de todos. La cantante anunció su llegada por primera vez al país y revolucionó a sus fanáticos, quienes ya comenzaron a acampar para verla.
A esa loca imagen a las afueras del Estadio de River Plate se le suma la ola de memes, y no tan memes, sobre las preciadas tarjetas del Banco Patagonia, clave para conseguir una entrada en preventa, los Trending Topic y las largas horas de fila virtual para comprar un ticket.
Este comportamiento es llamativo, pero es normal. Aunque los recitales sean cada vez más masivos y la viralización permita conocer más historias de fanáticos, el fanatismo siempre existió.
Hablamos con Santiago Silberman y Ornella Benedetti, licenciados en psicología y fundadores de RedPsi, quienes nos despejaron algunas dudas sobre nuestro vínculo con las figuras a quienes adulamos.
¿Por qué tenemos ídolos musicales?
Ornella: Antes que nada habría que definir qué es un ídolo. Un ídolo es un Dios, alguien que ponemos en un lugar que está muy por encima, lo idolatramos, le rendimos amor. Estamos constantemente en este lugar de amor incondicional.
Santiago: Un ídolo es algo perfecto. Siempre, de alguna forma, solemos tener un perfecto al cual imitar, del cual aprender. De niño generalmente son los padres y llega un momento en que ese ídolo empieza a caerse, por lo general en la adolescencia.
O: La rebeldía pasa porque estamos desidealizando a esos ídolos que son los padres y vienen los nuevos ídolos: los futbolistas, cantantes, etc.
S: Un nuevo ídolo que viene a reemplazar al anterior para no quedarnos solo en la intemperie. Uno idealiza para tener un modelo a seguir.
O: Los ídolos nos identifican, nos constituyen a nosotros como sujetos.
S: Siempre pasó, pero los ídolos actuales tienen casi la misma edad que los seguidores, entonces el público ve a un igual triunfando en el escenario y es casi como estar ahí arriba con él.
¿Qué nos genera ver a nuestro artista favorito en vivo?
S: Por un lado está la realidad del propio espectáculo, pero lo convocante de un recital es estar con otros iguales, formar esta masa de "todos lo mismo", buscar un lugar de identidad.
O: Además, también esto de estar cerca, un poco más cerca, de eso que seguimos por la virtualidad. La definición de un ídolo es un Dios, entonces verlo es "estar cerca de Dios".
¿Por qué gastamos tanto dinero en recitales?
O: ¿Y por qué no? Si es nuestro ídolo. Hoy cambió mucho como se concibe el tema del dinero y está muy presente esto de vivir el momento. Es cierto, también, que es más difícil asentarse en lo económico, la casa propia, y gastar en la entrada de un ídolo es más accesible.
S: También hay algo de pensar 'me lo merezco' y justificar algunos gastos. Quizás un resarcimiento ante una situación que uno no está cómodo o que está triste.
Hay una desesperación por conseguir una foto o un saludo, a veces se llega al punto de tener reacciones físicas violentas con nuestro ídolo ¿Por qué tenemos ese comportamiento?
S: Me pongo a pensar en la gente que toca un ataúd o santo. A veces se busca una especie de conexión trascendental. Ahora, respecto a los comportamientos extraños, puedo decir que existe un efecto de manada donde uno se vuelve capaz de cosas que no piensa ser capaz de hacer.
O: En ese momento es tanto lo que sentimos interiormente que no pensamos en la persona, se le quiere tocar el pelo al Dios, al ídolo, no se piensa que hay una persona a la que le haces pasar un mal momento. Eso es lo que tienen los ídolos, que uno no lo puede ver de carne y hueso.
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