Portada  |  17 julio 2019

Abuelos fumones

Tienen 60 años pero descubrieron los efectos de la marihuana durante su adolescencia. Fuman todos los días y cuentan sus historias.

Informes Especiales

Tienen 60 años o más. Llevan una vida activa. Se ocupan de los quehaceres domésticos. También trabajan afuera de sus casas en distintas actividades. Como cualquier abuelo disfrutan de sus nietos. Pero tienen una particularidad: fuman marihuana todos los días. Y lo hacen desde la adolescencia, cuando, en pleno auge del movimiento hippie, descubrieron los efectos del cannabis.

“A veces nos dicen viejas porreras, pero nosotras nos reímos, no nos molesta para nada”, cuentan Silvia y María Elena, quienes integran la agrupación Mujeres Cannábicas, que todos los años organiza un encuentro para intercambiar experiencias.

Silvia vive con su marido electricista, que no fuma, pero acepta que ella lo haga. Tienen dos hijas y un nieto. Desde que fumó su primer “porro”, a los 14 años, Silvia no se separó de la marihuana, aunque sostiene que “nunca” sintió “que fuera una adicción”.

María Elena, quien nació en Santiago de Chile hace 68 años y desde joven vive en Argentina, se gana la vida vendiendo té orgánico en distintas ferias. Tiene un hijo y también una plantita de marihuana que no solo le provee de flores para fumar, sino también la materia prima para hacer aceite de cannabis.

“Sirve para muchas cosas. Para la epilepsia, la artritis, la artrosis, la depresión y yo lo uso para prevenir el mal de Alzheimer, porque tengo muchos antecedentes en mi familia de esa enfermedad”, sostiene María Elena, aunque no en todos los casos haya evidencia científica.

Parte de la rutina de ambas es juntarse en la casa de alguna de ellas a tomar mate, té y, por supuesto, a fumar marihuana. “A mí la marihuana no me afectó para nada la salud”, afirma Silvia. Los médicos, en cambio, aseguran que el consumo prolongado de marihuana afecta la memoria y causa problemas cognitivos.

Ella, además de hacer cremas con cannabis, es una experta cocinera. En el mismo horno donde prepara la comida para su familia, hace, entre otras cosas, tartas, brownies y galletas. Todo en base a manteca de cannabis.

Lo de Nicolás es más clásico. Tiene 60 años y lo suyo es fumarse un cigarrillo de marihuana todos los días. Lo empieza apenas se despierta y lo va dosificando a lo largo del día. Trabaja como carpintero, pero también se da maña con la albañilería y hasta conduce un programa de radio del Colectivo Cultural, en Ingeniero Maschwitz.
Hace años logró superar su adicción al alcohol. Y dice que mucho lo ayudó la marihuana. “El alcohol o los psicofármacos que la gente toma todos los días son mucho más nocivos”, opina mientras le da una pitada al porro que se armó a la mañana.

Aunque la mayoría de los jueces no condenan a alguien por tener marihuana para consumo personal o cultivar una planta, lo cierto es que está penado por la ley 23.737 y hay algunos que la aplican.

“La tendencia es declarar inconstitucional la ley que pena el consumo y el cultivo para consumo personal, pero la ley sigue estando y todo queda a criterio de cada juez. Tanto que hay gente presa por tener una planta de marihuana”, explica la abogada Adriana Friedheim.

Por eso Silvia, María Elena y Nicolás esperan que se apruebe el nuevo Código Penal, donde dejarían de ser un delito el consumo y el cultivo para uso personal. Pero con ley o sin ley, hay algo que ellos ya tienen decidido: fumar marihuana hasta el último de sus días.

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