Portada  |  24 enero 2019

Contratado por un día: Roberto Funes Ugarte se prueba como obrero vial

Trabajó a la par de los 100 obreros que, de lunes a sábados están ocho horas colocando toneladas de asfalto caliente.

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El termómetro marca más de 50 grados. Pero la escena no sucede en el desierto del Sahara. Sucede a solo 100 kilómetros de la Capital Federal, en San Andrés de Giles. Y no se trata de un extraño fenómeno meteorológico. La razón es más simple: una cuadrilla de obreros viales está colocando toneladas de asfalto caliente para construir la nueva traza de la ruta 7.

Es que, para esparcirlo, debe estar a 160 grados de temperatura. Y el calor que emana hace que en el ambiente se registren entre 50 y 55 grados. Así es ese trabajo. Para hacerlo hay que estar dispuesto a soportar condiciones extremas, por momentos asfixiantes. Y, en una nueva entrega de Contratado por un Día, Roberto Funes Ugarte lo pudo certificar.

Trabajó a la par de los 100 obreros que, de lunes a sábados –a veces también los domingos-, están ocho horas colocando la última capa asfáltica de una “variante”, como se le llama a la traza de 8 kilómetros que Vialidad Nacional está construyendo para que el tránsito de la ruta 7 deje de pasar por el medio de la ciudad de San Andrés de Giles y se desvíe por una vía alternativa.

Y a la dificultad de tener que soportar el calor que libera el asfalto, los operarios deben sumarle el hecho de trabajar todo el tiempo bajo el rayo del sol, lo que los obliga a estar muy bien protegidos para no sufrir graves quemaduras en la piel.

“Hay veces que el calor es tan alto que terminás sofocado. Además, hay que sumarle el vapor que sale del pavimento”, cuenta Exequiel, quien hace 12 años trabaja como obrero en la construcción vial.

Aunque para muchos de ellos hay algo peor que el sol y que el calor: el desarraigo. Es que la mitad de quienes forman parte de la obra provienen de distintos puntos del interior del país, sobre todo de las provincias del norte.

Son contratados por una empresa privada que los va a trasladando de un sitio a otro, según las licitaciones que obtiene. Tienen un régimen de 30 días de trabajo –la empresa les alquila casas en la ciudad más cercana, donde viven en grupos de a 4 o 5- por siete días libres para volver a sus lugares de origen y reencontrarse con sus familias.

Mario es uno de ellos. Su mujer y sus hijos están en su casa de Salta mientras él construye la ruta a cambio de un sueldo de 35 mil pesos por mes. “La verdad que extraño mucho a mi familia, sobre todo a mi hijo –cuenta y no puede contener las lágrimas-. Creo que este es mi último año. Quiero volver a Salta y disfrutar de mi familia”, agrega.

Su caso se repite por miles. Según el Ministerio de Transporte de la Nación, en el país hay unos 20 mil obreros viales, la mayoría de los cuales recorren distintas provincias de acuerdo con las necesidades de las empresas que los tienen contratados.

Por eso es un trabajo no apto para cualquiera. Exige tener el temple fuerte y resistente. Tan fuerte y resistente como el asfalto.

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