Su infancia transcurrió entre sets y estudios, rodeado de figuras reconocidas, haciendo travesuras en el espacio de trabajo de su padre. No olvida aquellas épocas en las que lo veía dirigir tanto a camarógrafos, escenógrafos como también actores. Gerardo no descansaba hasta lograr la escena y situación que había imaginado. Podía llegar a repetir una grabación varías veces, pero cuando lograba su objetivo, la calidad se hacía notar, provocando risas verdaderamente contagiosas en el público.
Todo aquello que vivió de niño, los consejos aprendidos, los ha capitalizado para formar un propio camino, ligado también a la producción de televisión.
Gerardo ha estado presente en los momentos más difíciles de Gustavo. Momentos en los que sufría por su adicción, y en los que la droga estaba por apoderarse completamente de Gustavo. Gerardo, en ese entonces, le consiguió una internación en Italia, y también lo acobijó en su casa. Esto último sucedió con expresas condiciones, dentro de las cuales se incluía el abandono de las drogas.
Gustavo tiene recuerdos imborrables, de momentos brillantes y alegres. Uno de los tantos fue en contexto de una celebración. Para el festejo de un cumpleaños, decidieron ir a almorzar a Paris y volver al país luego de comer frente a la Torre Eiffel, para no faltar al programa que conducía Gerardo.
Pasaron los años, las anécdotas y experiencias, y llegó el momento más temido. Gustavo ha vivido la muerte de su padre con profundo dolor. Hoy, sin embargo, decide recordarlo con cierta alegría mezclada con nostalgia. Se propone seguir aprendiendo de su mayor compañero, de aquella leyenda televisiva que resultó ser su padre.
Agradecimientos:
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Sergio Miyagi, director de prensa de Jardín Japonés
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