La caída del consumo no solo la sufren los comerciantes. También los cartoneros. Cada vez encuentran menos cosas para reciclar, tienen más competencia y reciben una paga más baja.
Amalia hace más de 20 años que trabaja como recicladora urbana. Para ella la calle es un termómetro de la situación económica.
“Con la crisis cada vez hay menos cartón, porque nadie compra nada. Y encima se suma más gente que queda sin trabajo”, cuenta.
Pero ese no es el único problema. El precio por el kilo de cartón está congelado hace dos meses porque compite con el que se importa. “Con todos los aumentos que hay es imposible llegar a fin de mes”, se queja.
Hay veces que ni siquiera puede hacer dos comidas diarias. Por eso se angustia y dice: “Una de dos: o ceno o almuerzo”.
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