Todo empezó hace unos años, cuando la población de carpinchos, que ya existía cuando Nordelta se construyó a fines de los años 90, empezó a crecer significativamente. Tanto que empezaron a invadir los jardines de las casas y hasta las calles internas del barrio.
Hubo casos de perros atacados y algún que otro accidente de tránsito. Las reacciones de los vecinos no tardaron en llegar. Hay quienes quieren erradicarlos totalmente, quienes proponen seguir conviviendo con los carpinchos sin tomar ninguna medida y quienes buscan encontrar un punto intermedio.
Entre estos últimos se encuentra Marcelo Cantón, de la Asociación de Vecinos de Nordelta: “No pretendemos erradicarlos, solo queremos disminuir la población. Trasladar a algunos ejemplares a una reserva natural, pero como no hay experiencia en el tema es difícil. Estamos trabajando con biólogos y especialistas para tratar de encontrarle una solución al problema”, explica.
Pero el objetivo choca con la decisión de la Dirección de Flora y Fauna de la provincia de Buenos Aires, que se niega a implementar cualquier acción que altere el hábitat natural de los carpinchos.
“No constituyen una plaga y son animales protegidos, de modo que nosotros no podemos hacer nada más que asesorar a los vecinos”, sostiene su titular, Viviana Di Marzio.
El tema está planteado. Las posturas también. Mientras tanto, un nuevo barrio se empezó a edificar en Nordelta. ¿Qué nombre le pusieron? Carpincho.
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