El sueldo de los docentes cada vez es más magro. Ya ni con trabajar dos turnos para muchos es suficiente. Por eso cuando terminan las clases no empiezan sus vacaciones. Buscan rebusques para sumar unos pesos en medio del verano.
Rodrigo trabaja en dos escuelas como profesor de educación física. El 27 de diciembre fue su último día del año. Empezaron sus vacaciones de verano como docente.
Pero el 2 de enero comenzó a trabajar en la colonia de vacaciones del golf de San Antonio de Padua. “Necesito sumar algo como sea”, cuenta.
Lo mismo le ocurre a Francisco. Da clases en un secundario y en un terciario. Pero no le alcanza. Esta semana empezó a trabajar haciendo estadísticas para una consultora privada.
Ahora está haciendo el trabajo de campo y el viernes 31 de enero tiene que entregar el informe final. Tres días después, el lunes 3 de febrero, ya retoma su trabajo como docente.
“Es tremendo no poder tomarse vacaciones. Ya no digo para irme a algún lado, aunque sea para descansar en mi casa”, se resigna.
En el caso de Jesica durante todo el año trabajó como docente de una escuela primaria. Pero ya en diciembre empezó a buscar un rebusque para hacer en enero, durante sus vacaciones escolares.
Y consiguió uno que no tiene nada que ver con su vocación, pero no está en condiciones de ser muy selectiva: atiende una fiambrería.
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