Portada  |  21 abril 2025

"Verdadero discípulo de Jesús": así fue el anuncio de la muerte del papa Francisco

El Vaticano anunció la triste noticia con un mensaje leído por el cardenal camarlengo Kevin Farrell.

Internacionales

Este lunes, desde la capilla de la Domus Santa Marta, el cardenal Kevin Farrell, camarlengo del Vaticano, leyó el anuncio oficial del fallecimiento del papa Francisco, quien murió a los 88 años, a las 7:35 de la mañana, en su residencia del Vaticano.

Farrell estuvo acompañado por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano; el arzobispo Edgard Peña Parra, jefe de personal sustituto; y el arzobispo Diego Ravelli, maestro de ceremonias litúrgicas pontificias.

En latín, el sucesor interino de Bergoglio hasta que se designe al nuevo Papa expresó lo siguiente:

“Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro santo padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia.

Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados. Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino.”

Qué pasará con la Iglesia en los próximos días

Tras la muerte de Francisco, la gestión de los asuntos vaticanos quedará temporalmente en manos del cardenal camarlengo mientras se celebran los nueve días de exequias y transcurre el plazo, de entre 15 y 20 días, para organizar un cónclave que elija al nuevo papa.

El camarlengo actuará como papa "interino", encargado de administrar la Iglesia hasta la elección del nuevo pontífice, aunque con poderes reducidos. El cardenal irlandés Farrell, de 77 años, fue elegido para este cargo en febrero de 2019. 

Todos los más altos responsables del "gobierno" de la Iglesia, es decir la Curia Romana, deben dimitir de sus funciones a la muerte del papa, quedando sólo el cardenal camarlengo para administrar los asuntos corrientes de la Iglesia.

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