Al conocer la sentencia a cadena perpetua Fitzgerald se limitó a reír, por lo que un juez lo tildó de psicópata.
Por "justicia poética", Fitzgerald (30 años) mató a Huckle (33) porque quería hacerle sentir lo que vivieron sus víctimas.
El prisionero estranguló y torturó al otro recluso el 13 de octubre de 2019 en una prisión cercana a la ciudad de Pocklington.
Fitzgerald, condenado también por delitos sexuales en 2009, violó a Huckle usando un utensilio de cocina, le metió un bolígrafo en la nariz hasta llegarle al cerebro y lo ahorcó con un cable eléctrico.
Los peritos forenses también informaron que el asesinado tenía signos de golpes en la cara y los riñones y una herida de puñal en el cuello.
Durante el proceso judicial Fitzgerald admitió que había decidido acabar con la vida de Huckle una semana antes.
También confesó sus planes de matar a otros reos, pero aseguró que se estaba "divirtiendo demasiado" con él y que quería cocinar partes de su cuerpo.
"Este caso involucra una conducta sádica. Estoy seguro de que tomó la decisión consciente de matarlo y cometió un asesinato a sangre fría", afirmó el juez.
En un primer momento Fitzgerald negó las acusación y alegó problemas mentales. Psiquiatras que lo trataron declararon que sufría de trastornos de conducta desde una temprana edad, un trastorno de personalidad y de identidad de género.
Por su parte, Huckle había sido condenado en el 2016 a 22 cadenas perpetuas por violar a 191 menores de entre 6 meses y 12 años, cuando era voluntario en orfanatos de Malasia y Camboya.
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