Cuando tenía tan solo 25 años, la iraní Marzieh Ebrahimi fue víctima de un ataque con ácido en el rostro por no llevar puesto su hijab. En su momento, el hecho encendió un gran debate entre políticos y clérigos sobre el código de vestimenta islámico para las mujeres.
En el año 2014, Marzieh había pautado una cita con su dentista y se encontraba atrapada en el tráfico de la provincia central iraní de Isfahan. La mujer bajó la ventana del automóvil mientras buscaba un puesto de estacionamiento cuando repentinamente un desconocido bañó su rostro con ácido puro, según detalló el portal The Iran Project.
“Cuando llegué a la calle Towhid, todo lo que pensaba era encontrar un lugar para estacionar mi auto. Tenía un poco de calor. Bajé la ventanilla y no sé qué pasó después. No escuché el sonido de una motocicleta ni de una persona. Solo sentí que el agua caliente me quemaba la cara”, dijo Ebrahimi.
Durante varios años la mujer se escondió de la mirada pública y tuvo mucha vergüenza de su apariencia. Sin embargo, un día decidió dedicarse a la política y al activismo con el objetivo de acabar con la impunidad y ayudar a otras víctimas de este crimen.
“El ácido está ahí para eliminarte de la vida. El atacante con ácido quiere decirte que no puedes enamorarte, ser madre, trabajar y permanecer en la sociedad. El atacante con ácido quiere decirte que a partir de ahora no le agradarás a quien te vea. Pero hice oídos sordos a todas estas palabras. Les dije a todos que no quiero serlo y que no soy una víctima”, expresó.
A pesar de que había cámaras de seguridad que captaron el momento del ataque, las autoridades nunca dieron con los atacantes de Marzieh Ebrahimi. Además de ella, otras familias y víctimas de ataques con ácido también se quedaron esperando a que se hiciera justicia.
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