El pequeño Karim, un bebé que aún no cumplió los dos meses, se ha convertido en símbolo de la resistencia de las ciudades siria sitiadas por la guerra. Su madre falleció en el mismo bombardeo en el que el crío perdió su ojo izquierdo por la metralla, que le causó también severos daños en el cráneo. Su dramática historia ha desatado una campaña de solidaridad en las redes.
El pequeño y su madre vivían en el Guta oriental, una región aledaña a Damasco sitiada por las fuerzas del régimen de Al-Asad, junto a otras 400.000 personas. Es un bastión rebelde y el mayor cerco de la guerra siria, que se mantiene desde 2013 e implica unas duras condiciones de vida para la población civil atrapada, que además de los bombardeos cotidianos por parte de las fuerzas gubernamentales sufre falta de alimentos y medicinas.
El bombardeo que hirió a Karim y mató a su madre ocurrió el 29 de octubre. Los enfrentamientos en esta región se han recrudecido desde principios de noviembre, cuando el régimen inició una campaña de bombardeos para reducir a las tropas rebeldes que controlan este reducto.
La imagen del Karim ha provocado una campaña de solidaridad que ha llevado a numerosos residentes de Guta a hacerse fotos posando con la mano tapando uno de sus ojos.
Comentarios