Mientras se acercaba el fin de la Segunda Guerra Mundial, la aviación británica y de EE.UU. con cada vez mayor frecuencia lanzaba ataques aéreos contra centros poblados, haciendo un sustancial daño a los barrios centrales de las ciudades, en las que no había instalaciones militares y en las que estaba a punto de entrar el Ejército Rojo.
Uno de los ejemplos más claros de ese proceder fue el bombardeo de Dresde, efectuado los días 13 y el 14 de febrero de 1945, que se emprendió casi inmediatamente después del cierre de la Conferencia de Yalta (Crimea, 11 de febrero), en la cual se reunieron los líderes de la coalición anti-Hitler.
Como resultado de ese ataque aéreo Dresde quedó en ruinas. Situado en el este de Alemania y siendo capital de Sajonia y la tercera ciudad del país, después de Berlín y Hamburgo, Dresde de hecho no tenía empresas de industria pesada ni militar, pero gracias a la abundancia de monumentos históricos y culturales se llamaba a menudo "Florencia del Elba" o "Atenas del Norte".
En preguerra la ciudad tenía unos 650.000 habitantes, pero hacia febrero de 1945 allí se congregaron numerosos refugiados, desde un millón y medio hasta dos millones, según diversas evaluaciones.
La Operación Trueno, tras la cual Dresde quedó en ruinas, inicialmente se planeó para destruir definitivamente Berlín o Leipzig, pero a inicios de 1945 los aliados desistieron de este propósito y decidieron bombardear Dresde.
La fecha del ataque se determinó a partir del pronóstico meteorológico que predijo cielo despejado sobre la ciudad para la noche del 13 de febrero.
Los días 13 y 14 de febrero se lanzaron tres ataques aéreos contra Dresde, en los que participaron casi 1.400 bombarderos, unos 1.000 cazas y se arrojaron 3.749 toneladas de bombas.
Los bombardeos se llevaban a cabo según un método en uso en aquel entonces: primero se arrojaban las bombas rompedoras para destruir los techados de los edificios y con eso aumentar la eficacia de las bombas incendiarias, que se lanzaban en segundo turno, después volvían a arrojar las rompedoras para dificultar el trabajo de los servicios antiincendios.
Como resultado de los bombardeos surgía un torbellino del fuego, en que la temperatura alcanzaba 1.500 grados Celsius y provocaba numerosos incendios de varios días de duración.
Los bombardeos de Dresde llevados a cabo por los estadounidenses y los británicos resultaron ser los más crueles en toda la guerra (1939-1945). La ciudad quedó en ruinas, se destruyeron entre un 75 a un 80% de los edificios.
Según informes de la Policía local, en Dresde se destruyeron 24 bancos, 6.470 comercios, 640 almacenes, 31 hoteles, 63 edificios administrativos y 50 edificios histórico-culturales, tres teatros, 18 cines, 11 iglesias, 19 hospitales, 39 escuelas, 19 oficinas de correos y telégrafos, cinco consulados, un zoológico, una estación de suministro de agua, cuatro depósitos de tranvías.
El tonelaje total de las bombas arrojadas sobre Dresde era menor que el de los bombardeos masivos de otras ciudades grandes de Alemania. Pero las buenas condiciones meteorológicas, los edificios con estructuras de madera y la mala preparación de la ciudad para afrontar los ataques aéreos (su defensa antiaérea no logró garantizar una eficaz barrera de fuego) contribuyeron a que los bombardeos resultaran ser tan destructivos.
El número exacto de los muertos se ignora. Muchas personas se quemaban en vivo o murieron bajo ruinas de edificios, y quienes buscaban refugio en sótanos, se asfixiaban aspirando gases tóxicos.
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