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Los escalofriantes hallazgos de los sacrificios aztecas durante la Conquista Española

Los restos de algunos españoles también fueron ingeridos en actos rituales.
Por Telefe Noticias

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Internacionales: Los escalofriantes hallazgos de los sacrificios aztecas durante la Conquista Española

Restos de españoles de la expedición de Hernán Cortés y de sus aliados, sacrificados en 1520 en rituales indígenas durante la guerra con los aztecas, revelan toda clase de aberraciones que sufrieron los conquistadores

Los investigadores Enrique Martínez Vargas y Ana María Jarquín Pacheco, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México, dieron a conocer los avances de este proyecto, entre los que destaca la reconstrucción facial de algunos de los individuos sacrificados, y la descripción detallada de las aberraciones cometidas con las víctimas.

Con los análisis de gabinete realizados en los últimos cuatro años, los especialistas pudieron definir que, entre el 24 de junio de 1520 y los seis meses siguientes, los acolhuas de Zultépec-Tecoaque fueron eligiendo diversos grupos de las personas aprehendidas, que sumaban más de 350, para sacrificarlas en distintas festividades rituales. En ese momento, cabe recordar, las huestes de Cortés se encontraban sitiadas en la capital mexicana, después de la Matanza de Tóxcatl o del Templo Mayor, ordenada por su «mano derecha», Pedro de Alvarado.

Más de 36.000 piezas arqueológicas y el registro de la evidencia ósea ha sido por demás significativa para determinar el carácter multiétnico de la caravana. Hombres y mujeres europeos, indígenas tainos de las Antillas, indígenas tlaxcaltecas, totonacos y mayas, mestizos, mulatos (hijos de blanco y negra) y zambos (hijos de negro e indígena), formaban parte de este variopinto grupo de cautivos, entre los que se encontraban personajes con cierto abolengo, como se deduce del hallazgo de objetos suntuarios, caso de un camafeo que data del siglo XIV.

La diversidad de animales que llevaban tampoco era menor: caballos, vacas, borregos, cabras, burros, perros mastines y perros salchicha. Los cerdos resultaron ejemplares únicos, pues fueron considerados una especie de perros y jugaron un papel simbólico como acompañantes en el más allá; en lugar de ser consumidos (como sí lo fueron caballos y vacas), diez puercos: dos machos, tres hembras y cinco crías fueron sacrificados y ofrendados en un aljibe de 8 metros de profundidad.

Otros depósitos revelan el aspecto ritual que revistió el sacrificio de los cautivos aliados de Cortés. En el Adoratorio 9 de la Plaza Sur, se registró el entierro de un guerrero tabasqueño, que en su disposición parece recrear el mito del Quinto Sol, pues le fue ofrendado un español que fue quemado y desmembrado, individuo que además presentaba una fractura en uno de sus fémures, una lesión que posiblemente se produjo durante su recorrido de Veracruz a Tlaxcala.

Los restos de algunos españoles también fueron ingeridos en actos rituales, sería por ello que Zultépec («Cerro de las Codornices») pasaría a la posteridad por estos hechos y se le conocería como Tecoaque («Donde se los comieron»).

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