Cientos de miles de pollitos son trasladados por una cinta transportadora hasta unas cuchillas donde son triturados. Otros son asfixiados con dióxido de carbono o electrocutados. Esta práctica tiene como objetivo sacrificar a los pollos macho que no producen huevos o que tienen un crecimiento por debajo del que deberían.
Esta controvertida práctica es legal en Europa. De hecho, según PACMA, cada año en el mundo son sacrificados entre 4.000 y 6.000 millones de polluelos que, una vez triturados, sirven para la elaboración de piensos para reptiles y otros animales que van a parar a los zoológicos.
El partido animalista suizo propone implantar una tecnología, todavía en desarrollo, que permite determinar el sexo del embrión que se encuentra dentro del huevo, antes de comenzar a incubarlo.
De este modo, se pueden seleccionar los embriones hembra y descartar los macho, de modo que no lleguen a desarrollarse ni eclosionen.
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