Erika Solis es una laburante, tambera, tiene 34 años y desde muy chica trabaja en el campo. Arrancó con sus padres y luego siguió con su marido.
Ella es un pequeña productora agropecuaria integrante de la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra).
Se levanta con heladas a las 4 de la mañana y se acuesta cuando ya hay rocío en la noche.
Arrea 50 vacas diariamente para ordeñarlas. Pero el trabajo no se termina solo con ordeñar vacas, también consiste en cuidar a los animales.
La principal dificultad en su trabajo es la sequía porque no crece el pasto y las vacas mueren de hambre; así se le murieron 30 animales el año pasado, por eso invirtió en abono y para eso debió vender vacas. Le duele mucho venderlas porque las crio desde que nacieron, pero fue la única forma que encontró para seguir trabajando y al salvar ganado de la muerte por la sequía.
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