Manuel tiene 37 años, trabaja en el subte de 22:30 a 5 de la mañana. Todos los días maneja una máquina que escanea las vías, detecta las imperfecciones de los rieles, las endereza y remueve las piedras de granito que se hunden entre los rieles.
Las vías por el peso de tren y por la velocidad sufren deformaciones y si no se mantienen; el subte puede descarrilar; en ese riesgo se funda el sentido del trabajo de Manuel.
Siente mucho orgullo con su trabajo que lo hace desde 15 años, mientras cuando los trenes de subte se detienen, allí comienza su trabajo.
A la hora de contar su tarea es muy preciso: "Manejo una máquina que trabaja sobre toda la red de subterráneo. Reestructurar geométricamente la vía. Es una compactación de la piedra por debajo de la vía, para que la formación esté segura a la hora de transitar sobre las vías".
"Se genera un mapeo de la vía para ver las condiciones y entre distintos operadores vamos trabajando para mejorar la vía", añade.
¿El horario? "Me levanto a las 8 de la noche, estoy con mi familia y me vengo para el subte. Después cuando llego hago un poco de vida normal: llevo a los chicos al colegio, distintas cosas y al mediodía me voy a dormir".
"Cuesta vivir a destiempo, vas al revés de las personas, pero cuando hacés lo que te gusta las condiciones pasan de lado", explica sobre su vida trabajando de noche y viviendo de día. "Es difícil trabajar en un túnel oscuro y cerrado, con el tiempo me acostumbré. En verano hace muchísimo calor, pero lo disfruto y creo que todo eso es secundario".
¿Qué te dio y que te quita este trabajo? "Me ha quitado tiempo con la familia, estar con mis hijos a la noche, eso es de lo que más duele pero me ha dado mucha libertad en lo económico y me da orgullo hacer lo que hago".
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