Portada  |  24 mayo 2025

Empezaron cartoneando y hoy tienen su marca de ropa

De cartonear bajo la lluvia a vestir con brillo: la historia de amor, rebusque y resiliencia detrás de Flor de Seda, el emprendimiento textil que nació en pandemia con una máquina comprada en cuotas y hoy le da trabajo a otras mujeres que también vienen de situaciones muy vulnerables.

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Cuando llegaba la medianoche en Burzaco, Florencia y Julio salían con su carrito a cartonear. No era fácil: el frío, la lluvia y la incertidumbre eran parte de la rutina. Pero ellos, lejos de bajar los brazos, encontraron en el rebusque diario la fuerza para soñar con algo distinto.

Antes de que existiera Flor de Seda, su presente, la vida era pura lucha. Recolectaban cartón, botellas, cables, lo que fuera que ayudara a juntar unos pesos. Los fines de semana armaban su puesto en la feria, apenas una manta en la vereda, y vendían la ropa que encontraban, lavaban y acomodaban con esmero.

Pero la feria no siempre ayudaba. “Había días de frío, de calor, de lluvia. Me acuerdo que hacía una lona porque yo estaba embarazada, y ahí vendíamos. A veces no se movía nada, a veces sí. Era pilotearla todo el tiempo”, recuerdan. Entre gritos de “¡prenda por un peso!” y la esperanza de un buen día, la vida seguía.

La pandemia fue un golpe duro. Salir a la calle ya no era opción. Pero la necesidad empuja la creatividad: con una máquina de coser comprada a crédito y un celular, nació "Flor de Seda". “Nunca en mi vida había agarrado una máquina. Empecé a hacer barbijos y eso fue lo que nos dio de comer durante toda la pandemia”, cuenta Florencia. Las redes sociales se volvieron aliadas: aprendieron a usar Instagram, Facebook y hasta Pinterest para mostrar lo que hacían.

El primer pedido de ropa interior llegó de una seguidora. “No tenía ni idea, ni de medida ni de tela, pero necesitaba la ofrenda, así que me largué”. El resultado fue un éxito y la clienta la animó a seguir. Así empezó a tomar forma el emprendimiento, que hoy ya tiene su estilo propio: prendas elegantes y delicadas, pensadas para cualquier momento, no solo ocasiones especiales.

Hoy, la pareja sigue trabajando codo a codo. Ella diseña y cose, él se encarga de la logística, lleva pedidos, arregla máquinas, hace de todo.

Trabajo multiplicado

Pero el mayor orgullo para ambos es poder dar trabajo. Cuentan con cinco talleres, la mayoría liderados por mujeres que, como ellos, alguna vez tuvieron que llevar a sus hijos a la feria o buscar la manera de salir adelante.

“Nosotros pudimos dar trabajo, eso nos llena de orgullo. Buscamos mujeres que puedan trabajar desde sus casas, así están con sus hijos y no tienen que dejar de lado la crianza. Todo lo que vivimos nos fue moldeando”, comparten.

¿Se puede salir adelante en Argentina? Para ellos, “Sí, se puede. Con sacrificio, fe y pasión. Hay que buscarle la vuelta, pero trabajo hay. Hay que animarse, no quedarse. Soñar es gratis, y lo único que te frena es tu mente o tu vergüenza”.

Info: Caro Hernández Cufré 

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