De espíritu inquieto, en la primaria Galo Soler ya se entusiasmaba con las ferias de ciencias o la exploración de insectos. Hizo su secundaria en el Colegio Nacional de Buenos Aires.
Al principio, no le fue bien en Química pero, con el tiempo, empezó a interesarse y sus profesores le dieron el espacio para la experimentación. De hecho, cuando fue el momento de elegir la carrera, se inclinó por Química. Y, a partir de ahí, inició un proceso de estudio y disfrute, que incluyó muchas jornadas soñando descubrimientos en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Una vez que egresó, viajó a Francia, donde se perfeccionó y vivió varios años hasta que regresó a la Argentina.
Sus estudios en distintas ciencias se enfocaron hacia lo pequeñísimo, tan diminuto que es casi invisible: el trabajo a la escala de un nanómetro, que es la millonésima parte de un milímetro. Y que permite una cantidad de aplicaciones inabarcable que pueden incidir en el futuro. Tanto en vacunas y tratamientos en salud, como en educación, energía o medio ambiente, entre otras muy diversas áreas.
Galo es investigador del CONICET y decano de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Hoy se desempeña como director del Instituto de Nanotecnología.
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