Cuando era chiquito, Gastón esperaba una sola cosa: que llegue su papá de trabajar y estacione el colectivo en la puerta de su casa.
Desde niño amaba el colectivo, subirse, correr y hacer que manejaba. Por más que su papá arrancaba el recorrido a las 3 AM Gastón quería ir. Cuenta que abría y cerraba las puertas, cobraba o daba los boletos.
Él soñaba con ser chofer algún día... Hoy lo es, y todos los días siente la misma pasión que a los 5 años.
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