Portada  |  25 enero 2017

El enojo de Cristina Kirchner por una caricatura que la muestra con la boca tapada

“¿Vieron esto? Clarín y Sábat en días de violencia contra las mujeres publicitando concepto de mujer callada y sumisa”, escribió la ex mandataria.

Política

La ex presidenta Cristina Kirchner criticó la caricatura del dibujante Hermenegildo Sábat en la que aparece con la boca tapada y la calificó como “violencia simbólica de género”.

La ilustración fue publicada en la edición de este miércoles del diario Clarín, en una nota sobre las escuchas judiciales de la ex mandataria con el ex jefe de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Oscar Parrilli. “¿Vieron esto? Clarín y Sábat en días de violencia contra las mujeres publicitando concepto de mujer callada y sumisa”, escribió la ex titular del Ejecutivo.

Y en sintonía con ello, agregó: “Esto no contribuye a la erradicación de la violencia de género. La violencia simbólica contra la mujer termina validando la violencia física”. Luego, Cristina se preguntó: “¿Nos quieren calladitas y obedientes?, en un tuit que acompañó con el hashtag #NiUnaMenos.

No es la primera vez que Cristina Kirchner critica un dibujo de Sábat por las mismas características. La primera vez fue en abril de 2008, cuando en ese entonces era mandataria. “¿Qué me quieren decir? ¿Qué no puedo hablar?”, aseveró.

LA RESPUESTA DE SÁBAT

Durante muchos largos años me he ocupado de representar a varones y mujeres, todo dentro de mis obvias limitaciones y con suertes varias. De acuerdo con la información del día, me ha tocado dibujar a Billie Holiday y Alicia Moreau de Justo; a Tita Merello y a Frida Kahlo. Las reacciones de los lectores siempre han sido desiguales, pero en ningún caso, hasta ahora, se me acusó de abusar, opinar o atacar de manera canallesca al sexo femenino.

Pero siempre hay una primera vez. Esa dudosa distinción me ha sido otorgada por la exitosa abogada Cristina Fernández de Kirchner, quien habiendo ejercido la Presidencia de la Nación se atribuye potestades críticas para sospechar, en principio, y afirmar, en definitiva, que yo me dedico a atacar a todas las mujeres.

Durante la lamentable dictadura militar, que debió ser motivo de desafío para cualquier sujeto normal en el país, utilicé mi profesión para que los lectores advirtieran que se podía opinar sobre lo que nos entristecía. Muy lejos de aquí, en la Universidad de Columbia, en New York, parecieron seguir con atención lo que yo hacía y me otorgaron el premio María Moors Cabot por la suma de esos trabajos contestatarios.

No hubo ni militares ni civiles que me acusaran de acosar al sexo masculino. Aún sorprendido por esa distinción, la Fundación Gabriel García Marquez siguió el mismo camino y me dedicó otra distinción por mi “actitud intachable” ante el poder.

Yo no creo todo lo que me pasa, pero me sorprende que la exitosa abogada, que asume potestades de crítica de arte y de esposa de Catón el Censor, se dedique a juzgar los trabajos de un humilde periodista.

Yo tengo una sola opción de ahora en más: no dibujarla más, lo que le otorgaría tranquilidad después de tantos años de servicio a barrios de Santa Cruz, que ella confiscó. También podría ignorar su presencia y de ese modo, seguir escuchando a Billie Holiday y Tita Merello.

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