Ellos son funebreros, son las personas que nos ayudan cuando perdemos a algún familiar. Conviven con el dolor ajeno todos los días, acompañan y tratan de hacer más ameno ese momento para la familia.
Reciben los pedidos más extraños pero también pueden cumplir los últimos deseos de esa persona que ya no está entre nosotros.
Aseguran que están acostumbrados al olor y que no se impresionan con el proceso de preparación, aunque algunos prefieren no participar y ocuparse de otras cosas.
En el último tiempo los velatorios se fueron pasando de moda y la gente elige las despedidas más rápidas y con cremación, un poco por dinero y otro poco por resolver rápido. Ellos creen que los homenajes que se hacían en otra época ayudaban a despedir a la persona y hacer el duelo.
También son testigos de peleas familiares por herencias, enemistades históricas y familias paralelas.
Es un trabajo que se transmite de generación en generación, al principio les da vergüenza contar de que trabajan, pero con el tiempo sienten orgullo de pertenecer.
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