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Te presento: Milagros, Adrián y un espacio para que nadie vuelva a ser marginado

Por tener síndrome de Down su hija no eran integrada adecuadamente en las actividades recreativas de los clubes. Ellos crearon un lugar en el que todos tienen posibilidades.
Por Santiago Puddington

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Milagros y Adrián se convirtieron en un ejemplo de empatía y esfuerzo colectivo. Padres de una nena con síndrome de Down, se cansaron de las malas experiencias que vivían cada vez que intentaban incluir a su hija en actividades recreativas. La falta de espacios realmente inclusivos los llevó a tomar una decisión que cambiaría la vida de muchas familias.

Un día, al pasar por el club del barrio notaron que había un terreno libre. Sin dudarlo, se acercaron a la comisión directiva y pidieron permiso para usarlo. La respuesta fue positiva y, desde ese momento, pusieron manos a la obra.

Con plata de su propio bolsillo, la colaboración de otros papás y muchas horas de trabajo, construyeron un espacio pensado especialmente para que su hija y otros chicos con capacidades diferentes puedan disfrutar de actividades recreativas, sin tener que pagar un peso. El lugar se fue llenando de risas, juegos y nuevas amistades, demostrando que cuando la comunidad se une, los sueños pueden hacerse realidad.

Hoy, ese rincón del club es mucho más que un espacio físico: es un símbolo de inclusión, solidaridad y esperanza para todas las familias del barrio.