Portada  |  23 agosto 2024

Natalia Coppola, la hija de Guillote, en Herederos: "Tengo un papá diferente y lo volvería a elegir"

La hija mayor de Guillermo Coppola cuenta cómo fue crecer entre viajes, lujo y un padre al que tenía que compartir mucho más de lo que deseaba. Su relación con Diego, su fiesta de 15 con las grandes figuras de los 90 como invitados, el horror de ir a visitar a su padre a la cárcel y mucho más.

Herederos

"A mí no me importa si tu papá es el Presidente, yo a vos te voy a sacar el auto, te voy a hacer una multa y...". Natalia acababa de chocar con un patrullero y llevaba un rato discutiendo con un oficial de policía, que levantaba el dedo acusador, amenazándola una y otra vez. Hasta que Guillermo Coppola entró en escena. Un puñado de minutos más tarde el tema quedó resuelto y el agente se acercó nuevamente a la hija de Guillote y, con tono de derrota, admitió: "Buo, ya está te podés ir".

"Tengo un padre diferente, el que me tocó y el que volvería a elegir", dice con orgullo Natalia Coppola en diálogo con Gisela Busaniche, en Telefe Noticias. La hija mayor del representante más famoso del país y el gran aliado de Diego Maradona contó en "Herederos" cómo es su vida junto a un personaje polémico y encantador al que ella tuvo demasiado lejos durante muchos años, pero que hoy asegura entenderlo.

Todo comenzó con una de las tantas relaciones amorosas de un Coppola que por entonces repartía su días entre el trabajo de empleado bancario y el de asesor financiero de jugadores de fútbol. Guillermo conoció a Isabel Ferri, estuvieron de novios dos años, después se casaron y tuvieron a Natalia.

"Se conocieron en un boliche. Mamá estaba de novia con otra persona y mi papá fue y le pidió bailar con ella en un concurso de rock. Él la dejó, bailaron y ganaron el concurso", cuenta Natalia que reconoce el perfil mujeriego de Guillote: "Mamá fue uno de sus amores. Le gustan las mujeres, qué va a hacerle".

Al poco tiempo, sus padres se separaron y ella debió lidiar acostumbrarse a un estilo de vida poco convencional: "La comunión fue terrible. A mis 9 años él llegó con la Yuyo, con todas las pieles y estaba mi mamá con su novio y mi papá con la suya y la monja no quería arrancar la ceremonia".

Sin embargo ella destaca que Guillermo siempre fue fundamental en su vida: "Mirá todos los temas importantes de mi vida, al primero que se lo contaba era a mi papá, no a mi mamá".

El festejo de su cumpleaños número 15 también fue al estilo Coppola: "Mis 15 también. 450 invitados, me hice el mismo vestido que Susana de casamiento. Estaban todos, Susana, Diego, todos".

Diego Armando Maradona fue una especie de tío con el que de alguna fue un familiar más en su vida: "Yo lo amo, tengo una relación muy buena con sus hijas y Claudia fue como una mamá más para mí".

Aunque con Diego por momentos vivió algo así como una rivalidad por el amor de Guillote: "En el cumpleaños de 15 de Dalma, en la cancha de Boca y fui y lo agarré. Le dije: 'Yo a vos te amo y te odio'. Y me miró con esos ojos y me dijo: '¿Por qué me decís algo así?'. Le contesté: 'Te amo por todo lo que tengo, pero te odio porque mi papá se perdió un montón de cosas mías'. Y cuando lo estaba diciendo me quedé pensando: si se las perdió, vos no lo obligaste, si se las perdió fue porque él quiso. Que es lo que algunas veces le sigo reclamando. Me lo perdí mucho cuando estuvo con Diego, y no tengo ganas de perdérmelo más, porque creo que me lo merezco".

Al recordar el tiempo en que Coppola fue a prisión, a Natalia se le transforma el rostro. Se le borra la sonrisa y sin vueltas define aquellos días como "horribles". "Tenía 21 años y lo iba a visitar todas las visitas. Me hacían bajarme la bombacha, me revisaban, eso fue duro".

Al igual que Guillermo, Natalia acompañó siempre a Diego y a sus hijas en los momentos difíciles: "Cuando murió el papá de Diego, yo fui. Ellos estaban peleados pero yo fui por las hijas de Diego. Me tuvo 40 minutos esperando en la puerta, pero me la banqué. Estaban todos los fotógrafos ahí hasta que finalmente subí y me estaba esperando. Llegué le dije al oído: 'Nada le gustaría más a mi papá que estar acá con vos'".

"En un momento viene un tipo enorme y me pide el teléfono de mi papá", sigue contando Natalia sobre aquel velorio. "Yo le dije que no, que si lo quería que me lo pidiera Diego. Al rato me llevaron con Diego y me dice: 'Sos brava eh'. Y le contesté: 'Brava no, justa. ¿Vos querés el teléfono de mi papá?' Lo llamé y se lo pasé. Después lloré como una condenada y le agradecí, porque mi papá se lo merecía también. Era un amor mutuo".

Para Natalia la distancia entre Diego y Guillermo fue un factor clave para que Maradona no tuviera el cuidado que merecía en los últimos años: "Cuando Diego murió nosotros con la Negra (Gininna Maradona) estábamos tratando de hacer todo para unirlos. Y creo que si hubiésemos hecho más fuerza esto no hubiera pasado. Con Guillermo a su lado no era el fin de Diego".

"¿Cómo viví la muerte de Diego? Me puse muy nerviosa por mi papá. Me decía que estaba bien pero en un momento fue con los médicos, se acercaron y se le doblaron las patitas. Lo tuvieron que agarrar y... fue duro, muy duro".

Con sus defectos y sus virtudes, Natalia infla el pecho y abre bien los ojos para hablar de sus papá, en quien se reconoce: "Tengo de él los rasgos, la manera de hablar, la manera de mover los brazos. Yo lo imito bastante. También el lado leal. Vive para sus amigos, eso antes me costaba pero ahora lo entendí. ¿Y con qué me quedo? Con la frase de él: En otra vida me gustaría ser su amigo".

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