Hay un fantasma que recorre a millones de inquilinos. El día de la renovación del contrato. Con aumentos de alrededor del 100%, para muchos es imposible poder seguir pagando. Y no les queda otra alternativa que volver a ese lugar del que ya creían haber “volado” definitivamente: la casa de los padres.
En muchos casos, incluso, se trata de parejas de años y hasta con hijos. “Yo estoy viviendo con mis hijos y mi marido en la habitación donde pasé toda mi infancia y mi adolescencia”, cuenta Katya tratando de contener la angustia.
Diez años después de independizarse, el dueño de la casa donde vivían les dijo que tendría que aumentar el alquiler al doble. No tuvieron que pensarlo mucho. Con ella sin trabajo y su marido viviendo de changas, las opciones eran dos: o ir a parar a la calle o pedirle a su madre que les haga un lugar.
Ezequiel tiene 26 años, estudia y tiene un buen trabajo en una multinacional. Pero ni siquiera eso le permitió afrontar el aumento del alquiler que sufrió el mes pasado. Cuatro meses le duró la “independencia” de sus padres. “Fue muy triste tener que volver. Pero hice cuentas y era comer o alquilar”, se indigna.
Solange vivía con su hijo y su pareja, Laura, en Almagro, a cinco cuadras de su trabajo. Pero todo cambió de golpe, cuando el dueño del departamento que alquilaban les comunicó que, con el nuevo contrato, tendrían que pagar casi el triple de lo que abonaban.
Las cuentas no les daban. Ni siquiera con los ingresos de las dos. Solange tomó el teléfono y llamó a sus padres. Ahora viven en una pieza de la casa de ellos, en José C. Paz, a dos horas de viaje de sus trabajos. Y, por cómo está la situación, creen que será por mucho tiempo.
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