Portada  |  04 febrero 2019

La conmovedora historia de Daiana, "la sirenita"

Daiana Almirón tien 29 años y vive en el Barrio San José con sus cinco hijos y su marido. El barrio es muy humilde, a ellos no les sobra nada, pero con lo poco que tienen pueden ayudar a sus vecinos a pasarla un poco mejor. Tres veces por semana Daiana hace sonar su sirena, una sirena especial.

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Cuando pensamos en una sirena sabemos que anuncia una tragedia, son anuncios de llegada de policía, bomberos, ambulancia, etc. Pero la sirena de Daiana trae alegría, juegos, sonrisas y sobre todo mucho amor.

El papá de Dai trabaja como chofer de los camiones recolectores, cuando hace changas le pagan con leche, azúcar, café y pan, todas las cosas que dona para que su hija pueda cumplir con el sueño de hacer sonar la sirena.

Cada tarde, cuando la mesa está lista, las tazas servidas y el pan cortado sobre las fuentes, la sirena empieza a sonar y a llamar a todo el barrio. Los chicos dejan todo lo que estén haciendo, quedan suspendidos los partidos de fútbol y las zambullidas en las piletas, todos corren para llegar primeros a la casa de Dai y servirse su café con leche.

Las calles de tierra se vuelven senderos llenos de chicos, que se van sumando en cada esquina, con el mismo destino. Sin importar el calor, el frío, la lluvia, ellos siempre están para tomar su merienda y para regalarle un abrazo a la persona que les regaló un poquito de todo el amor que tiene para ellos.

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La sirena se hace desde hace 10 años, con la llegada a su nuevo barrio, hace 4 años atrás, Dai pasó por la casa de todos los vecinos contándoles cuál era el motivo de la sirena, primero para que no se asusten y además para que sepan de que se trataba.

Desde aquel día, todos van a la sirena, algunos no comen nada, otros no saben como se llama la chica que vive en esa casa, pero para todos es el lugar donde se encuentran con sus amigos, donde charlan, donde juegan y donde, sobre todo, están juntos.

En el barrio hay muchas necesidades, algunos de los chicos van a pedir a capital, otros acompañan a sus papás a trabajar con el carro y a cartonear pero todos van a la sirena.

Cuando se acerca la hora, los chicos ya van llegando a la casa de Dai para estar más cerca en el momento que la sirena suene.

Daiana, sueña con poder seguir ayudando a estos chicos, sueña con más oportunidades para ellos y con que puedan tener un futuro mejor. Pero que nunca se olviden que hubo una sirena que les dio mucho amor y una taza de leche.

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