Hace veinte días César recibió la factura y dijo basta. La situación era insostenible. Debía pagar casi lo mismo por su prepaga que lo que percibe por su jubilación. Y tuvo que elegir. Por primera vez en su vida, y cuando más la necesita, se quedó sin cobertura médica. Era mantenerla o comer.
"Yo cobré 253 mil pesos de jubilación y me vinieron 200 mil de prepaga. ¿Cómo hago para vivir si la pago?", se pregunta César, de 72 años.
La respuesta no necesitó pensarla. Se fue hasta la oficina más cercana de su prepaga y firmó la baja. Ahora está angustiado y deprimido. "Si me pasa algo, no sé qué voy a hacer", dice.
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