Primero, la calle. El bastón blanco se vuelve una fiel compañía, que otorga independencia y una mayor confianza a la hora de caminar. Para comprender en primera persona cómo es moverse en la ciudad, Celeste Montanari decide taparse los ojos y utilizar uno de los bastones. Es ahí cuando comprende realmente la importancia de mantener las calles limpias, sin baldosas rotas, así como también las complicaciones que generan los autos estacionados en rampas.
Y junto al grupo, llegamos a un restaurant, que representa otro desafío. Desde sentarse en una silla hasta encontrar los cubiertos. Desde llegar al baño hasta la dificultad de llamar y ubicar al personal. Pero hay mecanismos que los ayudan. Encuentran formas de servirse la bebida en el vaso, cortar la comida, y de pasar un buen rato escuchando y sintiendo al otro.
Las complicaciones pueden ser varias pero la autosuficiencia es completamente posible. Los logros personales son posibles, el estudio, carrera profesional y trabajo no son objetivos inalcanzables. Ellos lo demuestran.
Varios pasaron por duras historias, donde la tolerancia, paciencia y respeto fueron un deseo impalpable. Pero la mirada positiva y energía no se pierden. Prefieren enfocarse en quienes sí los acompañan, desde un ser querido hasta la persona que, con una sonrisa y amabilidad, los ayuda a cruzar la calle.
En una realidad llena de desafíos, esperan que-al menos de a poco- el mundo se vuelva cada vez más inclusivo. Y ellos también se esfuerzan para lograrlo. Aportan su testimonio, describen cómo se sienten, para que un otro comprenda y respete. Pero no solo en palabras grandilocuentes, sino en acciones acaso simples pero rápidas. Como ser el arreglo de calles, ayuda para caminar o bajar de un colectivo, paciencia, escucha, inclusión.
AGRADECIMIENTO: RESTAURANT LA ESCONDIDA.
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