Portada  |  24 abril 2019

"Yo robaba con mis hermanos": otro preso se confiesa con Mauro Szeta

“No estoy arrepentido de nada de lo que hice, cuando salga de acá voy a seguir haciendo lo mismo”, asegura Cristian Díaz Monsalvo, un delincuente que se ufana de robar junto a sus hermanos.

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Cristian Díaz Monsalvo se crió en el barrio Cri Cri de Garín y es el segundo de 14 hermanos. Su madre falleció cuando él tenía 11 años y su padre era alcohólico, por lo que los chicos de su familia tuvieron que criarse solos. Cristian no tiene documento, es NN. Al poco tiempo de la muerte de su mamá, los chicos fueron separados y llevados a distintos hogares. 

“Empecé a robar a esa edad para poder darle de comer a mis hermanos”, se justifica, para esa altura ya le había pegado un tiro en la pierna a un vecino con el que salía a vender plantas porque se quedó con un dinero que le pertenecía. Cayó preso por robo en un instituto de menores pero no lo reformó, lo empeoró.

Al ser el mayor de los varones, sus hermanos empezaron a imitarlo y comenzaron a robar juntos: hoy en día hay cuatro detenidos, uno de ellos está en el mismo penal que él. Siendo menores, decidieron empezar a robarle a todos los que iban a comprar droga al barrio. Con el tiempo se mudaron a la villa Bella Flor de Grand Bourg y la empezaron a manejar.

Los Díaz Monsalvo eran conocidos por no tener piedad con los tranzas, para poder vender les tenían que pagar; además ellos mismos se encargaban de robarle a los que entraban para comprar. Desde ese momento lo apodaron “Chucky”. “A un pibe de la villa Guayaquil lo dejé en silla de rueda después de meterle varios cuchillazos. La familia del tipo para vengarse prendieron fuego mi casilla y me tuve que ir del barrio”, cuenta.

Robó a usuarios de cajeros automáticos, esperaba que salieran y los abordaban. También fue pirata del asfalto, los casos se los entregaban en las mismas empresas. Durante un escruche recuerda que se encontró con una persona en la casa y lo terminó golpeando salvajemente; “Le tuve que dar porque no me quería decir donde estaba la plata, y yo sabía que había porque era un laburo entregado”.

En la carrera delictiva también fue motochorro. Durante sus años en Grand Bourg gastaba la plata de sus robos en boliches de la zona; una de esas noche dice haber matado a una persona de una puñalada. “Yo tuve mucho bardo en los bailes, todas las noches un quilombo”, asegura.

Fue tal el conflicto que generaron los Diaz Monsalvo en las villas de zona norte que decidieron irse a vivir a la villa Las Violetas en Cordoba; allí el apodo de la familia era “los porteñitos”. Intentó trabajar con un DNI falso repartiendo lácteos, pero la vida delictiva siempre le atrajo más: allí cayó detenido por un robo que dice no cometió y pasó un tiempo tras las rejas en el penal de Bower.

En la cárcel se peleó varias veces, robó y lastimó a otros internos a los que denomina “antichorros”. Fue expulsado de cuatro pabellones, por su espíritu indomable no soportaba que alguien le diera indicaciones.

En 2017, cuando volvieron a Buenos Aires fueron a vivir al barrio Los Hornos en Cuartel V, partido de Moreno. Un lugar ocupado por asentamientos en terrenos de una fábrica de cerámicas abandonada. Comenzaron a simular piquetes sobre ruta 24 para delinquir, cortaban la luz y prendían fuego el acceso, de esa manera asaltaban a todos los automovilistas que paraban y en especial a los camioneros. El problema con los tranzas que tenía en los otros barrios, también lo tuvieron en Los Hornos. Ellos apretaban a los grupos que vendían para que les pagaran.

Actualmente tiene tres hijos que quedaron con su pareja. “No estoy arrepentido de nada de lo que hice, cuando salga de acá voy a seguir haciendo lo mismo”, sentencia.

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