Belén Fernández, nutricionista, dialogó en Buen Santa Fe sobre los trastornos alimenticios. “Son enfermedades mentales que se manifiestan con una alteración en las conductas alimentarias. Tienen preocupación por el peso, imagen y alimentación. La conducta alimentaria es el síntoma visible de estas patologías”, comenzó diciendo.
Acerca de cuáles son algunos aspectos que podrían evidenciar la enfermedad, aseguró que “el límite es cuando ocupa esto el día de la persona, cuando no se permite por ejemplo compartir un evento con amigos, cuando se aísla, hace actividad física con exigencia, se siente mal si falta al gimnasio. Hay muchas pautas para darnos cuenta de que una persona cercana está atravesando un trastorno: cuando estos pensamientos predominan. Trastornan toda la vida de una persona”.
“Lo más importante es pedir ayuda especializada. En nuestro caso, el primer caso es pedir una entrevista para llegar si hay o no trastorno alimentario. Y después de ahí, se comienza un tratamiento integral de la patología. Son patologías multifactoriales: es importante que sea trabajado a través de un equipo, no de una sola disciplina”, añadió.
Además, indicó que “comenzar una dieta puede ser un disparador, propiciador del trastorno. No todas las personas que hacen una dieta van a desarrollar un trastorno alimentario. Hay características de personalidad, de vulnerabilidad, es complejo. La palabra dieta ya pasó de moda. Sí podemos buscar ayuda para buscar una alimentación saludable acorde a nuestro estilo de vida. Hay mucho en redes sociales, se muestra muchos cuerpos y determinado tipo de alimentación: hay que tener cuidado con eso”.
En este sentido, advirtió que “es importante que prestemos atención a seres queridos, hijos, amigos, a ver cómo impacta. Si lo está sufriendo. Prestar atención y poder pedir ayuda a tiempo. Los trastornos alimentarios tienen recuperación, sobre todo si tenemos diagnóstico precoz y adecuado. Cuando se llega a extremos, como comer comidas que solo creemos saludable o contar calorías, nos tiene que hacer ruido. No es bueno, no está bien”.
Por otro lado, aseguró que cada vez merma más la franja etaria que comienza a consultar. “La edad de prevalencia es la adolescencia, pero hoy estamos viendo que ha disminuido la edad de inicio: estamos recibiendo consultas de 9 a 12 años. Como también de 40 años. La mayor prevalencia se da en el género femenino, hay mucho mayor rigor para la mujer, pero también se da en hombres. Los hombres también se ven afectados”.
“Sobre todo, en la adolescencia o etapa escolar, los chicos que sufren bullying por su aspecto físico pueden desarrollar un trastorno alimentario. La importancia de dejar de comentar sobre el cuerpo del otro. Y que empecemos a dejar de emitir juicios de valor sobre el cuerpo de otras personas. La ayuda está, hay que buscarla”, cerró.
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