Curiosidades
Los misterios de la última noche del Titanic
Ya pasaron 104 años desde que el Titanic se fue al fondo del mar tras chocar contra un iceberg llevándose consigo a más de 1.500 almas.
Sin embargo, su historia sigue tan viva hoy en día como aquel 15 de abril de 1912. Y es que, por muchos años que pasen, es imposible no estremecerse al pensar en como vivieron el naufragio cada uno de las personas que se encontraban a bordo.
La primera de estas emotivas historias nos sitúa en la fría noche del 14 de abril después de que el Titanic chocara contra aquel gigante de hielo y se hundiera para siempre en el Atlántico. Centenares de personas luchaban desde las gélidas aguas para subir a una embarcación y no morir congeladas.
No obstante, los oficiales sabían que el peso excesivo podía hundir las pequeñas embarcaciones en las que viajaban los supervivientes, por lo que hicieron uso de todas las armas que encontraron para mantener a los náufragos dentro del océano. Eso es lo que sucedió en botes como el 12, donde dos españolas vieron como un oficial cortaba la mano a uno de los náufragos que trataban de hacerse un hueco entre los supervivientes.
Además de ser un inmenso palacio flotante, el Titanic también contaba con la última tecnología a bordo. Uno de los juguetes más caros que podía utilizar la tripulación era una gigantesca antena de radiotelegrafía que permitía al barco contactar con puntos ubicados al otro lado del océano -algo extraño para la época-. En una prueba realizada días antes de la tragedia, desde la sala de radio del transatlántico se envió un mensaje que fue respondido por la estación costera de Tenerife, a 3.700 kilómetros de distancia.
"Esa tarde, los dos operadores de radio del "Titanic", Jack Phillips y Harold Bride, decidieron probar el transmisor Marconi a plena potencia. Disponían del equipo más moderno y eficaz del momento que, en condiciones normales, garantizaba un alcance de unos 450 kilómetros, pero que, a toda su capacidad, podía superar miles de kilómetros. Con su magnífica estación ajustada y plenamente operativa, Phillips y Bride efectuaron una comunicación de larga distancia. No fue difícil con su potente antena de 35 metros situada entre los mástiles, sobre cubierta", explica Nacho Montero en "Los diez del “Titanic”.
Uno de los misterios sin resolver relacionados con el Titanic señala que, cuando los botes salvavidas se encontraban en el agua, vieron unas extrañas luces en el horizonte. Pensando que pertenecían a otro navío, el capitán Smith ordenó que los supervivientes se dirigieran hacia ellas lo más rápidamente posible. En cambio, tan fugazmente como llegaron, los puntos luminosos se fueron.
¿Qué eran aquellas luces? Nacho Montero tiene una teoría que plasma en su obra, "Los diez del Ttanic": "Era un ballenero finlandés, el "Samson", que se había quedado varado y transportaba un cargamento ilegal de pieles de foca desde el norte de Canadá a través de aguas territoriales norteamericanas. Desde las cubiertas pudieron observar con claridad las miles de luces de un gran buque (el “Titanic”) que descargaba bengalas blancas".
"En un momento dado, sospechando que habían sido avistados por los guardacostas estadounidenses, se alejaron de la zona. Como no disponían de radio a bordo, no tuvieron noticias de la tragedia del Titanic hasta llegar, días después, a las costas de Islandia. ¡Podrían haber salvado a los náufragos! Un pacto tácito de silencio entre la tripulación permitió guardar el secreto durante medio siglo. En el año 1962, el Capitán del Samson, Henrik Naess, ya en el umbral de la muerte, confesó la verdad. En todo caso, a día de hoy, el enigma de las luces fantasma del Titanic no puede considerarse resuelto", finaliza Montero.