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"Mapaternidad" presente en la era digital: atención, escucha y conexión emocional.
La presencia de calidad se construye estando de verdad.
En la era digital, estar físicamente con los hijos no siempre significa estar de verdad.
“No se trata de pasar más tiempo con los hijos, sino de darle calidad al tiempo que ya tenemos”, indica la coach ontológica Verónica Jaroslavsky, especializada en familias, fertilidad y perinatalidad.
La verdadera presencia no se mide en horas, sino en conexión. “Vivimos en una época en la que la tecnología está en todas partes. Las pantallas no son el enemigo, pero sí un recordatorio de que nuestra atención es un recurso valioso. Muchos chicos pasan gran parte del día en el colegio, entre rutinas y compromisos, y el poco tiempo que nos queda como familia merece ser vivido con conciencia”, señala Jaroslavsky.
Presencia consciente
“¿Estoy escuchando realmente o solo oyendo? ¿Estoy mirando o simplemente observando? ¿Qué lugar ocupa mi atención cuando comparto un momento con mis hijos? Estar físicamente no alcanza; estar emocionalmente disponibles es lo que genera huellas. A veces basta una mirada atenta, una escucha sin apuro o una conversación corta, pero genuina. Esa es la presencia que deja marca, la que sostiene, la que nutre”, apunta la coach.
La “mapaternidad” -término que fusiona "mamá" y "papá" para referirse a una crianza compartida y corresponsable, donde ambos progenitores asumen roles activos y equitativos- presente en la era digital no se trata de desconectarse del mundo, sino de reconectarse con lo esencial: con el vínculo, con la palabra, con el encuentro.
“Cada gesto de atención es una forma de amor. Porque al final del día, nuestros hijos no recordarán si respondimos todos los mensajes o si llegamos a todo, sino cómo los hicimos sentir cuando estábamos con ellos. Y esa es, sin duda, la huella más profunda que podemos dejarles”, concluye Jaroslavsky.