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A 70 años de la muerte de Hitler, no saben qué hacer con la casa donde nació el dictador
"Cada año es el mismo numerito", comenta un habitante al ver a las personas reunidas ante la fachada decrépita. Setenta años después del suicidio de Adolf Hilter, la sombra del dictador sigue planeando sobre su austríaca ciudad natal, Braunau-am-Inn.
Aunque el pueblo puso una estela por las víctimas de los nazis en la casa, Astrid Hainz, organizadora del desfile, acusa a la localidad de ignorar su pasado. La casa "está aquí y hay que vivir con eso. Es un deber", afirma.
En 1972 el gobierno austríaco alquiló la vivienda a su propietaria, Gerlinde Pommer, para evitar que se convirtiera en un lugar de peregrinaje para los neonazis.
Desde 2011, la casa de tres plantas está vacía, para enfado del Estado, que desde entonces ha gastado unos 240.000 euros en el alquiler de un edificio que no puede aprovechar.
En Braunau, de 17.000 habitantes, los partidarios de convertir la casa en un centro de acogida para refugiados y los que prefieren crear un museo sobre la liberación de Austria mantienen debates encendidos.
Lo quieran o no, los habitantes de la localidad tendrán que seguir lidiando con el pasado de su ciudad, citada en las primeras líneas de "Mein Kampf", el libro escrito en 1924 por Hitler, entonces un joven golpista.