Lola tenía 47 años, cuando descubrió un secreto familiar que nadie había querido revelarle, era adoptada y tenía una hermana.
Comenzó esa búsqueda con los poquitos datos que había podido recabar, sin embargo no logró encontrar ninguna pista sobre ella.
El tiempo paso y su única pista era encontrar a una persona parecida a ella, cada vez que conocía a alguien no perdía oportunidad de contarle su situación por si llegaba a cruzarse con su hermana.
Un día estaba en los tribunales de Neuquén, donde ella vivía, habían matado a un amigo de la familia y ese día se anunciaba la sentencia. Había muchas cámaras en el lugar, en ese momento se acerca una amiga de su hija y le dice que la había visto dando una nota en Buenos Aires, eso era imposible, Lola no se había movido de ahí y tampoco había dado notas.
Cuando llego a su casa se sentó frente al televisor y miro el canal durante largas horas, esperando a ver si volvían a repetir esa nota. Hasta que apareció "era yo pero no era yo" cuenta Lola acelerada.
Desde ese día intentó buscar a esa persona, pero los caminos se cerraban, en el.canal no sabían quien era, en la policía tampoco, nadie le aportaba datos. Hasta que se dieron cuenta que había una parroquia y fue a través del cura del lugar que llegó a encontrar a Mirta.
Lo que no sabían era cuánto sabía ella de su historia, entonces con mucho cuidado gente de la parroquia se acercó a charlarle del tema.
Mirta sabía todo, era adoptada y tenía una hermana. Había esperado ese momento durante toda su vida.
Hoy, varios años después de aquel encuentro siguen disfrutando su vida juntas, compartiendo momentos y tratando de recuperar el tiempo perdido.
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